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REPORTE DE PUERTO RICO

Obedeciendo un legado equivocado

por Lance Oliver

16 de febrero de 2001
Copyright © 2001 THE PUERTO RICO HERALD. Todos los derechos reservados.

Las noticias de despidos que comienzan a aparecer en los Estados Unidos, donde el desempleo todavía está por muy por debajo del 5%, no tienen el mismo efecto en Puerto Rico, donde los titulares consignan el cierre de una planta detrás la otra desde el comienzo de este año.

Unos 5000 empleos industriales se perdieron junto con el cierre de varias plantas. Desde una fábrica de Intel hasta tres fábricas de indumentaria, la noticia se esparció por toda la isla. En pequeños pueblos como Guánica, la noticia de 340 cesantías tiene una fuerte repercusión, ya que los empleos bien pagos son tan escasos como los días de lluvia en esa parte de la costa sudoeste de la isla.

Los cierres de fábricas constituyen al mismo tiempo un desafío y una oportunidad para la administración de la gobernadora Sila Calderón: un desafío porque su mandato comienza con malas noticias económicas y un pronóstico difícil, y una oportunidad porque le provee munición para hacer lobby en favor de incentivos fiscales.

Políticamente, esto resulta conveniente al Partido Popular Democrático, porque respalda sus reclamos de que la previa administración del gobernador Pedro Rosselló es culpable de los actuales problemas por no haber defendido las exenciones a tasas federales establecidas por la Sección 936.

El problema es que esa visión de la situación no encaja muy bien con la realidad. En primer lugar, Puerto Rico, como siempre, no tiene influencia en el Congreso para defender la Sección 936. Una vigorosa defensa probablemente tendría el mismo final que la débil defensa efectuada por Rosselló. En segundo lugar, las exenciones impositivas no son el remedio para todos los males, como pretende el PPD.

Una vocera de Sara Lee, una de las compañías textiles que cierran sus plantas, negó aseveraciones de políticos del PPD de que la administración Rosselló había rehusado otorgar incentivos fiscales adicionales que podrían haber mantenido la fábrica en funcionamiento. Los directivos de Sara Lee informaron que ni la falta de incentivos adicionales o la pérdida de los beneficios de la Sección 936 tuvieron un papel clave en el cierre.

La realidad económica dictaminó el cierre de la planta. Más allá de la situación impositiva, ya no tenía sentido mantener abierta la fábrica. Esa evaluación, proveniente de la propia compañía, que no tiene motivos para inmiscuirse en la política puertorriqueña, es una declaración importante.

Es importante porque se opone completamente a la tendencia dominante en la administración Calderón. Obtener exenciones a impuestos federales es el tema principal de la agenda del Comisionado Residente Aníbal Acevedo Vilá, aunque los empleadores puertorriqueños opinen que dichas exenciones son insuficientes.

Durante algunos de los picos de euforia de la expansión económica estadounidense, en Wall Street se decía que la gente le rendía culto a la "iglesia de lo que funciona ahora" . Todos querían estar en el lugar que estaba de moda esa semana.

Desafortunadamente, la dirigencia de Puerto Rico ( y no sólo la del PPD), tiende a rendirle culto a la "iglesia de lo que funcionaba ayer".

El ascenso de la economía de Puerto Rico y los niveles de vida alcanzados durante el último tercio del siglo 20 fue tan notable que muchas personas no pueden darlo por superado. ¿Si el sector manufacturero sacó a Puerto Rico de la pobreza de la era de la Depresión, porqué no puede alimentar la economía del siglo 21?

El problema es que las manufacturas ya no son el futuro, excepto en naciones menos desarrolladas que Puerto Rico. Pensar que lo único que hace falta son adecuados incentivos fiscales para mantener en funcionamiento las industrias textiles que quedan en Puerto Rico resulta ingenuo.

La producción industrial de mano de obra intensiva continuará decayendo. La industria farmacéutica, por ejemplo, anda bien en Puerto Rico porque es una industria de capital intensivo y porque todas las industrias de apoyo necesarias, desde transportes hasta la impresión de etiquetas, salieron a servirle. La industria alcanzó su masa critica en Puerto Rico, y eso hace de Puerto Rico un buen lugar para los negocios farmacéuticos. Lo mismo debería reproducirse en otras industrias de alta tecnología, pero no puede hacerse de la noche a la mañana o sólo mediante beneficios fiscales.

Con todo, resulta difícil abandonar los viejos hábitos. Especialmente para el PPD, tan fuertemente marcado por el legado de Luis Muñoz Marín y el crecimiento económico producido por su administración.

Pero las manufacturas no nos salvarán eternamente, el verdadero legado de Muñoz Marín y Teodoro Moscoso es que tuvieron el coraje de abandonar la vieja economía de Puerto Rico para construir un nuevo modelo. Hoy, en lugar de hacer eso, los dirigentes políticos puertorriqueños, y en particular los de PPD, siguen queriendo copiar lo que hizo Muñoz Marín al poner énfasis en las manufacturas.

Sería como si Muñoz Marín hubiera puesto todos sus esfuerzos para el desarrollo económico en la industria del café.

El verdadero legado es atreverse a descartar el viejo y anticuado modelo y construir uno nuevo. Hasta el momento, esto no se hizo.

 

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