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Perfil de Puerto Rico: Anthony Romero

11 de mayo de 2001
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La Junta Nacional de la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos, o American Civil Liberties Union (ACLU), recientemente anunció que Anthony Romero será el próximo Director Ejecutivo de la organización. Como resultado, Romero, un abogado de 35 años y ejecutivo de la Fundación Ford, ha surgido de repente como uno de los más prominentes agobados en el país.

La ACLU es la principal organización en el país que vela por violaciones a los derechos individuales y libertades constitucionales. Fundada en 1920, la ACLU ha asumido un papel central en muchas de las controversias más delicadas de nuestros tiempos, desde la cencura de libros a la quema de la bandera a privacidad en Internet. Romero, que nació en el Bronx de padres puertorriqueños, será el primer latino que encabezará el grupo nacional, no partidista.

"Muchas de las organizaciones de derechos y libertades civiles se enfocan en temas o grupos específicos", comentó recientemente Romero. "En contraste, la ACLU es la única organización que defiende las libertades civiles de todos los norteamericanos".

La sede nacional de la ACLU está ubicada en Manhattan, a poca distancia, y un mundo aparte, del proyecto de vivienda pública en el Bronx donde Anthony Romero pasó su niñez. Viviendo en el duodécimo piso del edificio de departamentos, sin elevadores y a veces sin calefacción ni agua potable, Romero creció encerrado en el departamento de la familia, jugando en interiores por miedo a la violencia del vecindario.

Su padre, que sólo alcanzó al completar el cuarto grado, había trabajado en una plantación de azúcar en Puerto Rico. Después de venir a Nueva York, Demetrio Romero mantuvo a su familia trabajando en el Hotel Warwick, primero como empleado de limpieza y mantenimiento y luego — después de una larga espera debido a discriminación étnica — en una posición mejor remunerada de mesero de banquetes.

La madre de Anthony Romero, Coralie, estaba decidida a apartar a su familia de la pobreza y los peligros del Bronx. Romero describe a su madre como "el cerebro de la familia" aunque su educación formal se vió truncada por la necesidad de ayudar a mantener a su madre viuda y tres hermanos. Cuando notó el interés de Anthony en la lectura, comenzó a buscar que se enfocara en sus estudios. "Esa es la manera en que se triunfa en Estados Unidos", le dijo.

A la larga la familia Romero se mudó a Nueva Jersey, donde Anthony se convirtió en el primer miembro de la familia en graduarse de escuela superior, terminando segundo en su clase. Su rendimiento académico llamó la atención de algunas de las universidades más prestigiosas en el país y él decidió por ir a Princeton.

La transición en la vida de Romero de su medio ambiente a una universidad Ivy League no fue fácil ya que se sintió constantemente recordado de su posición minoritaria y su procedencia de una clase trabajadora. Sin embargo, controló sus inseguridades concentrándose en sus estudios y resaltando académicamente. Después de graduarse de la facultad Woodrow Wilson de Política Pública y Asuntos Internacionales de Princeton, se fue a la costa oeste a la Facultad de Leyes de Stanford.

Habiéndose graduado en dos de las instituciones universitarias más prestigiosas del país, Anthony Romero se encontraba en posición de elegir cualquier carrera. Decidió trabajar en el campo de servicio público, con fundaciones y organizaciones que se dedican a mejorar y crear una mejor sociedad.

"Siento que represento organizaciones y asuntos de la misma manera que lo hace un abogado con un cliente’, ha dicho. Habiendo terminado sus estudios de leyes, Romero comenzó a trabajar con la Fundación Rockefeller, donde encabezó un grupo de trabajo de abogacía en derechos civiles para la organización. Los derechos civiles han sido una prioridad para Romero, ya que además de ser hispano, abiertamente reconoce ser homosexual.

"Siempre me he visto motivado por los derechos civiles, libertades civiles y justicia social", explica. "Ese compromiso se deriva de mi propia experiencia -- recuerdos de discriminación, homofobia y pobreza que resaltan en contraste con la dignidad y amor que me impartió mi familia".

Después de dos años con la Fundación Rockefeller, Romero se trasladó a la Fundación Ford. Pasó cinco años como el Oficial del Programa de Derechos Civiles y Justica Racial de la Fundación, antes de ser promovido a su actual posición de Director de Derechos Humanos y Cooperación Internacional.

Romero ha tenido gran éxito en la Fundación Ford, una organización global sin fines de lucro, que ha distribuido más de $10 mil millones en donaciones y préstamos desde su creación en 1936 por los magnates de la industria automotriz, Henry y Edsel Ford. Bajo el liderazgo de Romero, el programa de Derechos Humanos y Cooperación Internacional de la Fundación Ford ha crecido de manera dramática convirtiéndose en la unidad que más donaciones ofrece en la organización. En el 2000, el programa proveyó unos $90 millones a causas de derechos civiles alrededor del mundo.

El año pasado, Ira Glasser, que por mucho tiempo se ha desempeñado como Director Ejecutiva de la ACLU, anunció su decisión de retirarse en el verano del 2001. A medida que la Junta Nacional de la ACLU comenzó a buscar un sucesor, Anthony Romero surgió como el candidato ideal. Teniendo en cuenta sus impresionantes logros en la Fundación Ford, su juventud y obvia dedicación a la causa de derechos civiles, la junta unánimemente votó por su nominación a la ACLU.

"Es un símbolo maravilloso para el futuro de las libertades civiles y el futuro del país contar con alguien tan joven que representa el futuro de los Estados Unidos", dijo la Presidenta de la ACLU, Nadine Strossen.

Anthony Romero asumirá la posición de Director Ejecutivo de la ACLU en septiembre. La organización se vanagloria de contar con 300,000 miembros y oficinas en los 50 estados, en Washington, D.C. y San Juan, Puerto Rico. "Es el bufete de abogados trabajando por el interés público más grande del mundo", ha dicho Romero. "Cuenta tanto con el personal como la destreza legal para promover la revolución social del país a traves de las leyes".

Romero cuenta con ambiciosos planes en su nuevo trabajo, que se ubica entre las posiciones legales de mayor influencia y prominencia en el país. "A pesar de que se han logrado muchos avances", dice, "nuestra nación se enfrenta a serios y constantes desafíos de libertades civiles: discriminación racial, amenazas a la libertad de reproducción, hostilidades contra inmigrantes, una creciente población presidiaria y, más importante, una generación de jóvenes que no abogan ni apreción la necesidad de mantener una constante vigilancia y defensa de nuestras libertades constitucionales".

"Espero comenzar mis labores en esta importante y vital organización generando un nuevo diálogo sobre la fortaleza de la democracia norteamericana", continúa. "Mi meta global es promover una nueva generación de activistas civiles en favor de la defensa de los derechos civiles".

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