La gobernadora Calderón y los funcionarios de su administración enviaron sentidas cartas de condolencias a las autoridades de la República Dominicana y de Nueva York, y el alcalde de San Juan, Jorge Santini, segunda autoridad del Partido Nuevo Progresista después de su presidente, Carlos Pesquera, participó en un homenaje a las víctimas en el Barrio Obrero, corazón de la comunidad dominicana de Puerto Rico.
El sentimiento es genuino. Los puertorriqueños ven en las transmisiones de televisión de los dolidos dominicanos la angustia por la muerte de niños, las doloridas expresiones de aquellos que perdieron a varios miembros de su familia, una imagen muy parecida a la suya. Por lo menos seis residentes de la isla -cinco dominicanos y un puertorriqueño- tienen un pariente entre las víctimas del accidente.
La comunidad dominicana de Puerto Rico es una comunidad vibrante, conformada por unos 300 mil residentes. Efectivamente, Puerto Rico es el principal emplazamiento para los dominicanos que ingresan a los Estados Unidos,tanto de manera legal como ilegal, y su presencia se hace evidente a través de la música merengue y los omnipresente comedores al aire libre.
Y cuando Nueva York sufre, Puerto Rico sufre, como quedó perfectamente demostrado el 11 de septiembre. No se trata meramente de que muchos puertorriqueños perdieran sus vidas en los ataques (la administración informó que serían al menos 800). San Juan permanece ligada a Nueva York por un ciclo de inmigración que se retrotrae a la década del '40, y en la mayoría de los pueblos de la isla, casi todos tienen un tío o un primo que vive en la Gran Manzana, cuando no se trata de un hermano o hermana.
A pesar del crecimiento de Central Florida, Miami y otras áreas como sitios atractivos para los puertorriqueños de la isla, así como del Tri-State, la conexión Nueva York -Puerto Rico es muy profunda.
Me mudé de la ciudad a San Juan hace casi una década, y cuando regreso a mi antiguo hogar, me encuentro allí con más gente de acá de la que había antes.
Un viejo amigo -que durante años dividió su tiempo entre Greenwich Village y el Viejo San Juan, solía bromear: "No entiendo porqué Puerto Rico quiere ser un estado, si ya es un distrito de la ciudad más grande del mundo".
"Nuyoricans" que se mudaron a la isla se quejan de que hay más lugares para bailar salsa en Nueva York que en San Juan. Hasta el restaurante Windows on the World instituyó una noche de salsa meses antes del ataque que lo destruyó.
Por cierto está el lazo del status. Pero como lo demostró el accidente del lunes, la conexión entre Nueva York y Puerto Rico es más profunda. Al igual que sus vecinos dominicanos, los puertorriqueños continuarán volando a la ciudad de Nueva York sin tener en cuenta cuestiones políticas locales y los cambios que pudieran producirse entre las relaciones entre los Estados Unidos y Puerto Rico.
La tragedia, sin embargo, puso también de manifiesto los potenciales peligros que corren quienes deben viajar frecuentemente por vía aérea, personas con familiares y amigos a los solamente pueden visitar tras viajar en avión.
Resulta fútil intentar conseguir alguna de las "ofertas post 11 de septiembre" prometidas por las aerolíneas o un asiento libre en las transitada ruta San Juan-Nueva York.
Incluso las promociones especiales entre San Juan y otros destinos caribeños escapan a la categoría económica por la aplicación de impuestos no detallados en la publicidad. Lo que es más importante, no obstante, es que la gran pena causada por el accidente podría haber sido padecida por los puertorriqueños en vez del pueblo dominicano.
En el momento del accidente, el mismo modelo de jet de American Airlines se disponía a despegar desde Kennedy hacia San Juan. Al igual que el aeropuerto internacional de Santo Domingo, el de San Juan está siempre colmado de familiares y amigos que aguardan a pasajeros que vuelan hacia la isla desde la Costa Este.
El mismo avión que se estrelló en Queens esta semana estuvo involucrado en un incidente durante un vuelo San Juan-Barbados que debió efectuar un aterrizaje de emergencia en San Juan en 1994.
Un experto en aviación informó a Associated Press que la aeronave habría sufrido daño estructural en el incidente, al experimentar el avión una severa turbulencia en tiempo despejado. Unas 47 personas resultaron heridas.
Este modelo de avión -el Airbus 300 de fabricación europea- es usado frecuentemente por American en el Caribe, donde domina el mercado. De acuerdo con la Autoridad de Puertos de Puerto Rico, el 20 % de los vuelos de American a San Juan usa este modelo.
Hubo seis incidentes en la última década con el modelo Airbus 300, registrados en el aeropuerto de San Juan, de acuerdo con los archivos del Control de Seguridad de Transportes Nacionales (NTSB, sigla en inglés). Dos pasajeros locales denuncian que estuvieron en vuelos con Airbus 300 de American entre San Juan y la Costa Este en los que se produjeron "grandes incidentes" que según los funcionarios de la NTSB debieron ser reportados, pero cuyas experiencias no fueron reflejadas en registros de la agencia, informó el jueves The San Juan Star.
Estos se preguntan cuántos incidentes habrán quedado sin reportar.
Teoría de la conspiración.
No necesariamente.
Pero en estos tiempos de nuevas amenazas, el accidente de esta semana señala que los peligros de volar provienen tanto de las fallas mecánicas como del terrorismo. Y que las agencias del gobierno encargadas de controlar ambos peligros no son infalibles como alguna vez pensamos.
Pero si usted vive en Puerto Rico, esto no hará que deje de volar. No puede.