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10 de mayo de 2002
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Una sugerencia ha sido capturarlos y matarlos congelándolos… otra ha sido rodearlos con un polvo especial que hace que mueran contorcionados como "pretzels"… se ha considerado someterlos a una sobredosis de cafeína hasta que les explote el corazón…. No importa los medios, los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos quieren atraparlos y destruirlos: quemarlos, ahogarlos o aplastarlos. Los federales están decididos a detener a estos nuevos terroristas. Valiéndose de una táctica poco común, esta captura no se ha encomendado a los "SEALS" de la Naval, al FBI o a la CIA. Esta desagradable misión es ahora una tarea de los protectores uniformados del Departamento de Agricultura.

Los funcionarios a cargo ven esta nueva actividad subversiva como un desagradable desarrollo en sus campañas anti-terroristas, especialmente amenazante a la seguridad nacional ya que el grupo opera dentro del propio territorio soberano de los Estados Unidos. No se trata de los Al Qaeda, no es Hezbola, no es el FARC, Abu Sayyaf o los Tigres Tamil. Es el Eleuterodáctilo, se puede decir que es el de más rápida propagación de los grupos clandestinos que buscan destruir la economía y estilo de vida de un importante centro de población en los Estados Unidos.

La isla de Maui en Hawaii es la sede de operación predilecta del grupo en la actualidad. Se mantienen activos en la oscuridad de las noche, a menudo obligando a civiles inocentes a salir de sus hogares en busca de resguardo ante los ataques. Contrario a la mayoría de los grupos terroristas, no están motivados por ideología o agendas políticas. Su razón de ser es el apareamiento libre y poder comer. Según informes de las víctimas, esa primera propensión va acompañada de chillidos de éxtasis y seguida de un hambre insaciable. No se trata de perturbados patrocinadores de las discotecas en Manhattan o irracibles invitados a una parrillada en Tejas. Tampoco se trata de soldados reclutados de los rincones más controvertidos del mundo. Estamos hablando de terroristas nacionales que hasta ahora se los consideró productivos, bien integrados y públicamente reconocidos como distinguidos habitantes de Puerto Rico.

¡Sí, Puerto Rico, el Eleuterodáctilo es el COQUI! La adorable diminuta mascota, el lema que une todas la promociones turísticas, el querubí, el enternecedor vínculo de la isla con la prehistoria no es ya la pequeña y escurridiza ranita de árbol que embriaga con su música y presencia todos los jardines y bosques. De acuerdo con el Museo Bishop, el prestigioso centro de investigación de historia natural de Hawaii, el coquí Eleuterodáctilo es un "chico malo". Su semblanza de miniatura a rayas, con sus simpáticas patitas con dedos que se adhieren a todo, aparece ahora en una tarjeta que le entregan a todos los niños en las escuelas de Hawaii para que se familiaricen con el "chico malo" de la ecología estatal. En la serie de tarjetas de "chicos malos", el símbolo puertorriqueño se encuentra en compañía de la talla del "Dooryard Sowbug", la babosa "Brown", el "red-vented bulbul" y los menos conocidos, escorpión marrón y la rana caña.

El Museo Bishop tienen otras cosas desagradables que comentar sobre el Coquí. Han comprobado que el chillido que emiten para llamar a sus parejas al cruce es de casi 100 decibeles, parecido a la intensidad de sonido que genera un camión remolque de 16 ruedas al viajar a una velocidad de 65 millas por hora, pasando al lado de una persona a unos 10 pies de distancia. Alegadamente el Coquí se internó en Hawaii subversivamente, escondido en plantas decorativas, y luego se multiplicó en sus árboles para proceder a comerse los "chicos buenos" del estado que incluyen insectos y otras criaturas que son de la predilección de las aves polinesias, altamente valoradas como "chicas buenas".

Puertorriqueños entrevistados sobre esta situación expresaron su desconcierto ya que consideran que el batracio national ha sido víctima de una despampanante afrenta.

• Un comerciante en Arecibo se pregunta si lo llamaran a comparecer como "testigo material" de terrorismo debido a que su conexión a Internet es a través de CoquiNet.
• Un turista de Chicago, después de enterarse que El Coquí es una rana, dijo que había disfrutado escucharlos en las noches pero estaba convencido que se trataba de "un maldito grillo".
• Una ama de casa en Rincón sugirió que se debe enviar a Hawaii una delegación de "surfers" puertorriqueños para "montar las olas y rescatar al Coquí".

Las convicciones políticas, por supuesto, influyeron en muchos comentarios.

• Un proponente de la estadidad en Mayaguez comentó que tal vez reconsideraría esa opción si descubre que es común entre los residentes de un estado de la unión actuar de manera "tan ruda" hacia los que no son nativos.
• Una mujer en Ponce, que apoya la independencia, emitió un llamado a la independencia inmediata, tanto de Puerto Rico como Hawaii, mediante la convocación de negociaciones de un tratado entre los dos nuevos países para poder así encontrar una "solución digna" a la odisea del Coquí.
• Un estudiante universitario en San Juan, que apoya la posición del Estado Libre Asociado, analizó el problema desde un punto de vista diferente. A pesar de que le resultaba evidente que como ciudadano americano el coquí tiene derecho a residir en el estado de Hawaii, su "idioma", tan único, no es comprensible dentro de lo que caracterizó como "los valores culturales anglo-sajones" que se han impuesto en esa paradisíaca isla del Pacífico después de su incorporación a la unión.