REPORTE DE PUERTO RICO

Recrearse en el simbolismo de la soberanía

por John Marino

29 de noviembre de 2002
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. JOHN MARINOLa gobernadora Calderón ha estado ocupando su cargo durante casi la mitad de su mandato y si hay algo que ha mostrado ha sido los riesgos que corre un defensor del ELA que se aventura a salir al mundo, a los EE.UU. continentales, y a las capitales de las regiones del Caribe y Latinoamérica.

Está expuesta a todas las críticas habituales de los independentistas que también se lanzan contra los gobernadores defensores de la estadidad — que van a remolque de los Estados Unidos, supuestamente en contra de los intereses de Puerto Rico. Pero también está expuesta a los encendidos ataques de los defensores de la estadidad en la isla, que convierten cualquier queja - o diferencia de opinión — con respecto a los Estados Unidos como una prueba de tendencias "separatistas".

Dejando a un lado la retórica partidista, una verdadera avalancha, esto es claramente una desventaja para Calderón y sus tendencias a favor del ELA. Esto no es precisamente lo que dicen la mayoría de los críticos-- en Washington, DC, si no más bien en San Juan — donde es más notorio el ataque a dos bandas, y tiene mas atractivo como noticia.

Es poco probable que Puerto Rico se escape de la poderosa esfera de influencia de los EE.UU.; influencia que imbuye la vida de aquí durante la administración Calderón, sin importar lo que haga la gobernadora. En todo caso, la gobernadora ha mostrado más interés en tratar de mejorar la administración pública que en tratar de mejorar el ELA..

No obstante, cuanto menos es debatible que la vulnerabilidad del ELA en las esferas nacionales e internacionales sea un verdadero punto débil para la primera ejecutiva de Puerto Rico

Primeramente, existe el peligro de que la gobernadora no se encuentre en una posición de fuerza, al menos en cuanto a las criticas en casa, cuando Puerto Rico desempeña una verdadera batalla con el gobierno federal — lo cual no es una circunstancia inusual para la mayoría de los estados, hay que hacerlo constar. En ninguna parte es esto más patente que en Vieques.

Incluso antes de que Calderón ocupase el cargo, estaba perseguida por responsables federales y del ELA pidiéndole que mantuviese los actuales acuerdos y acusándola de intentar romperlos. Aún así, seis meses después de la muerta de un guardia de seguridad civil, David Sanes Rodríguez, el anterior gobernador Pedro Rosselló pudo advertir al Comité de las Fuerzas Armadas del Senado "No vayan demasiado lejos" tratando de echar a los manifestantes acampados en el campo de bombardeo de la Marina en Vieques. Fue vitoreado, y nadie le criticó por ser un separatista. Entretanto, todos los pasos iniciales de Calderón en el cargo respecto a Vieques — desde poner en marcha estudios sobre la salud hasta presentar normativas y demandas para retirar el grupo antidisturbios de la policía del Campamento García — fueron cuestionados sobre esta base.

Gran parte de las críticas no son más que palabras vacías partidistas. A este nivel, no importa lo que Calderón haga o diga, siempre existe en su contra un argumento sobre el status que pueden hacer los críticos desde todos los puntos de vista. Cualquier movimiento hacia la interacción regional — muy distinto de la integración — por parte de la administración Calderón se ha enfrentado a dichas críticas.

Esto no es bueno, ya que dicha interacción por parte de Puerto Rico es tanto natural como saludable, especialmente cuando también se trata de dar un auge al comercio entre Puerto Rico y sus vecinos. Una vez más, el anterior gobernador Rosselló recorrió la mayor parte del hemisferio occidental durante sus ocho años en el poder, y como defensor de la estadidad, nunca fue acusado de "jugar a la Republica" como se acusó a Calderón a principios de mes.

Pero también es cierto que la administración Calderón se ha atraído muchas de las críticas al recrearse en el simbolismo de la soberanía. Nunca se ha hecho esto más evidente que durante el reciente viaje de Calderón a la Republica Dominicana para asistir a la reunión anual Ibero-Americana. Aparentemente, los ayudantes de La Fortaleza advirtieron a la prensa local que Calderón recibiría ciertos privilegios otorgados a líderes soberanos — cuestiones tan importantes como tomar parte en las fotografías oficiales, ser recibida en el aeropuerto y utilizar la entrada VIP y los asientos de dicha sección — pero quedó en ridículo cuando esto no se materializó.

Lo que es más importante, Puerto Rico fue aparentemente desairado en sus esfuerzos por obtener una invitación permanente a la reunión. Supuestamente, las autoridades estadounidenses habían alertado a las autoridades dominicanas de que sería "inadecuado" que a la delegación de Puerto Rico se le concedieran dichos privilegios como territorio de los EE.UU. y las autoridades dominicanas estuvieron de acuerdo. Con anterioridad, la administración Calderón había buscado el status de "miembro asociado" en la Asociación de Estados del Caribe, un paso que también fue rechazado por el Departamento de Estado de los EE.UU., y que fue atacado por los oponentes de Calderón.

Los políticos puertorriqueños tienen una larga historia de hablar con ambos lados de la boca, un lado se dirige habitualmente a Washington y el otro hacia San Juan. Y a veces Calderón ha aumentado este ejercicio de equilibrio presentando a Puerto Rico como algo parecido a un estado soberano en ciertas ocasiones, y en otras como una parte integral de los Estados Unidos.

Esta doble forma de hablar es parte de un problema mayor dentro del Partido Popular Democrático, cuyos miembros tienen opiniones muy diferentes sobre cual de las opciones del status respaldan. Unos se ven más próximos a la soberanía, mientras que otros se ven más cerca de la estadidad.

Los intentos de Calderón por "aparentar" ser la presidenta de una republica durante el viaje a la Republica Dominicana es un intento de maniobrar por entre las diversas imágenes del ELA que emanan de dentro del PPD. Pero es una senda llena de peligros, arriesgando no solo ataques políticos efectivos por parte de los oponentes, si no también el peligro mas grave de rebajar el verdadero propósito de dicho viaje por parte de los responsables del gobierno, principalmente dar auge al comercio.

Con los frecuentes viajes a Méjico, Francia y otros lugares de los senadores y representantes del PPD, en un intento de "internacionalizar" Puerto Rico, los responsables del partido se parecen más a turistas que a habituales viajeros comerciales.  


John Marino, Editor de Ciudad de The San Juan Star, escribe la columna semanal Reporte de Puerto Rico para el Puerto Rico Herald. Su dirección de e-mail es: Marino@coqui.net

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