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Para ver esta página en español, oprima aquí. PUERTORICOWOWJulio Rosado del VallePor ILEANA LOPEZ AVILES
11 de diciembre de 2002 Hace algunos años, lo conocí en su pequeña casita-taller en Cataño, su pueblo natal. Una vetusta estructura donde gotas multicolor cubren el suelo mientras que las paredes están vestidas de dibujos sobre papel, pequeños retazos de tela pintados y canvas inmensos enrollados, como para que nadie vea la magia del color, la composición y la pasión de la que es capaz su autor. Ahora Julio Rosado del Valle nos regala parte de esa pasión en una exposición que hace unos días abrió en el Antiguo Arsenal de la Marina, en La Puntilla, bajo el título de "Pintura sobre papel 1999-2002". Amante de enfrentarse a la tela en blanco y plasmar en ella aquello que lo consume, para Don Julio (como le llaman muchos) pintar es lo que le da la vida. Es través del espátula -herramienta que prefiere al pincel- que encuentra la vía adecuada para plasmar lo que lo habita, una expresión que además de prolifera es genuina y voraz. Para Don Julio, el pintar es un proceso cargado de erotismo. Es más, como dice la crítica de arte Mercedes Trelles Hernández, en ese erotismo "hay algo de encuentro, de trance, de tensión y de relajamiento." "Hay en estas pinturas algo distinto, una intensidad especial que surge del color, del manejo constante del espátula y de la acumulación de pintura en capas tan densas que logran transformar el papel en lienzo: le cambian la consistencia y la geografía. Hay en ellas una intensidad fulgurante que impresiona." Y concluye Trelles , "Vistas en conjunto, todas las obras de esta exhibición muestran esa intensidad. Y la intensidad nace no sólo del color vibrante, sino del juego de todos los aspectos que conforman la búsqueda de Julio Rosado del Valle. La intensidad viene de su necesidad de expresión, de su pasión por el medio, tanto como de su confrontación honesta con cada tema, una confrontación que acaba por envolver al espectador. Viene también de su interés por el dibujo y por la pintura y por el matrimonio de ambas cosas en una tensión indisoluble que sostiene la obra. El resplandor, o el fuego, si así se le quiere llamar, viene del propio julio Rosado del Valle y de su larga carrera, que alimenta estas piezas y alimenta al artista para seguir creando." En fin, que en la obra de Don Julio, uno de los pioneros de la abstracción en Puerto Rico, ese punto de encuentro se da en el interesante juego que practican en sus piezas el tema -entiéndase la figura- y el aspecto formal de la pintura misma. Esta confrontación persiste en las pinturas que componen esta exposición. En ella sus temas -esta vez flores, pájaros y personas- aparecen vistos de cerca con empastes densos a partir del uso de colores brillantes de gran saturación, lo que les da cierta monumentalidad. Pero además de ser un magnífico colorista, Julio Rosado del Valle es un excelente dibujante. Su línea sinuosa es, como siempre, una característica muy particular en todas sus obras. En palabras de Trelles, "las más de las veces la silueta de las figuras y los colores no coinciden en esta última serie de pinturas. Para casi todas las formas se trazan siluetas que no corresponden al área de color. A veces esas siluetas parecen recoger una serie de marcas previas, "descubriendo" su dibujo interno. Otras, la falta de coincidencia entre silueta y fondo enfatiza la prominencia del empaste de la pintura, de la libertad que sugieren esas áreas trabajadas de forma gruesa con materia espesa aplicada directamente al papel. Y en algunas de sus obras mas prolongadas se unen el dibujo y el color, saliendo a relucir de un fondo oscuro con una intensidad que parece luminiscente." En fin, que esta es una muestra única de uno de los más grandes maestros de la pintura puertorriqueña de la segunda mitad del siglo XX que nadie debe perderse. La misma permanecerá abierta hasta el mes de enero de 2003. Datos Biográficos:
Exhibiciones individuales
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