Parece que todo el mundo incluso el Arzobispo de San Juan ha estado hablando últimamente del status político.
Y casi todos los que hablan dicen que es debido a que las condiciones nunca han sido tan favorables para resolver de una vez por todas el status político de Puerto Rico.
Pero también podría tratase solamente de la temporada de elecciones primarias. ¿Qué mejor momento para reavivar el debate sobre el status que ahora mismo, cuando los aspirantes políticos están batallando por los votos de los militantes del partido, aquellos que en Puerto Rico se preocupan más intensamente por la cuestión del status?
El Comisionado Residente Aníbal Acevedo Vilá, candidato gubernatorial del Partido Popular Democrático en el 2004, señaló recientemente a un consenso naciente en Puerto Rico respecto a que algo debería hacerse para resolver el dilema del status y que está adquiriendo un genuino impulso.
Su probable oponente del Partido Nuevo Progresista en el 2004, el antiguo Gobernador Pedro Rosselló, también dijo recientemente que el hecho de que los tres partidos estén de acuerdo respecto a que el actual status no satisface las necesidades de Puerto Rico, supone que los partidos han alcanzado un terreo común histórico.
Rosselló comentó recientemente el ataque a dos bandas con el que resolvería la cuestión del status. La receta del médico exige un referéndum en el cual los puertorriqueños dirían al Congreso que quieren una solución "no colonial" al dilema de su status (o no), y desempeñando de forma simultanea una batalla para afrontar las quejas de Puerto Rico en este frente ante los tribunales federales.
La mayoría de los cuatro candidatos del PNP disputándose el cargo de comisionado residente respaldan el plan de Rosselló, aunque algunos tienen otras ideas propias. La Senadora Miriam Ramírez de Ferrer, por ejemplo, dijo que para ella la solución ideal sería presentar un proyecto de ley ante el Congreso fijando las condiciones de la admisión de Puerto Rico como un estado de la Unión, el cual los votantes de la isla o bien aceptarían o rechazarían. No obstante, dejó claro que respaldaría el plan de Rosselló, principal candidato gubernatorial del PNP.
Acevedo Vilá no ha dado a conocer hasta ahora un plan específico sobre el status, pero su compañero en la carrera para comisionado residente, el Senador Roberto Prats, ha dicho que eventualmente respaldaría la convocatoria de una asamblea constituyente que elaborase el borrador de una propuesta sobre el status sobre la cual pudiera actuar el Congreso y los votantes puertorriqueños ratificarían (o no). El Partido Independentista Puertorriqueño también apoya enérgicamente la idea de una resolución "final" sobre el status mediante una asamblea constituyente.
Los partidos políticos locales no son los únicos que hablan sobre el status. Los partidos nacionales, en busca del respaldo local, también han entrado a formar parte del espectáculo. El Senados de EE.UU. Bob Graham de Florida, uno de varios Demócratas que compiten por la nominación presidencial en el 2004, hizo una escala en la isla esta semana para recaudar fondos y desde luego discutir la cuestión.
Prometió, si era elegido, que trabajaría para resolver rápidamente el status político de Puerto Rico. "La decisión del futuro de Puerto Rico debería ser tomada directamente por los puertorriqueños,'' dijo Graham en una aparición con Rosselló, añadiendo que apoyaba la celebración de un referéndum por mandato federal sobre el status.
También se espera que los otros rivales presidenciales Demócratas visiten Puerto Rico e invariablemente hablen sobre el status. Aunque los puertorriqueños carecen de voto presidencial, las filiales de los partidos políticos nacionales de la isla tienen 58 delegados que ayudan a elegir sus nominados presidenciales. Los donativos locales de efectivo también atraen la mirada de los candidatos nacionales.
Los Republicanos también han recogido la pelota del status. Diversos informes de la prensa local, citando fuentes no identificadas, dicen que se espera que la Casa Blanca de Bush reactive un comité sobre el status de Puerto Rico, comenzado bajo la administración del anterior Presidente Bill Clinton. Los Republicanos locales también han dicho que eso se produciría.
Un funcionario del Departamento de Estado también reiteró recientemente la política de la administración prohibiendo que Puerto Rico actúe por si mismo al unirse a organizaciones internacionales o al firmar acuerdos con gobiernos extranjeros. El funcionario también dijo que un alto cargo de Puerto Rico que viaja al extranjero no debe ser tratado como ministros o jefes de estado. El comentario surgió tras los informes sobre un mensaje supuestamente enviado por el Secretario de Estado Colin Powell a las embajadas estadounidenses de la región advirtiéndolas de los esfuerzos del gobierno de Puerto Rico por actuar como un "ente soberano" en asuntos internacionales.
Las noticias fuera de toda duda sobre la boda de la Gobernadora Calderón con el ex Secretario de Desarrollo Económico y Comercio Ramón Cantero Frau, han tenido mejor cobertura esta semana que el status político de la isla, pero ella dejará el cargo en el 2004. Todos los que compiten por remplazarla han prometido proseguir enérgicamente con las acciones sobre el status una vez hayan ocupado el cargo.
Gran parte de las conversaciones sobre el status se debe a la temporada de primarias, pero también existen indicios de que la actual racha de propuestas podría durar mucho más. Las condiciones pueden realmente ser únicas para ir más allá del habitual debate sobre el status y pasar a acciones concretas.
El status parece estar aumentando como tema de preocupación. Este debe ser el motivo por el cual el Arzobispo de San Juan Roberto González Nieves se sintió obligado a abordar en una Carta Pastoral el reconocimiento de la Iglesia de una "Nación Puertorriqueña" (en términos culturales, en cualquier caso) cuando nombró hace 200 años al primer arzobispo nativo puertorriqueño -- Juan Alejo de Arizmendi.
Algunos Católicos de la estadidad han expresado su indignación. "El cincuenta por ciento de los puertorriqueños están condenados al infierno," decía furioso un columnista, en respuesta a la afirmación de la carta, posiblemente mejor resumida en este pasaje de su prólogo, de que "Dios nos ha dado el don de una patria, una nación y una identidad particular, y debemos rendir cuentas ante Él de tan valiosa herencia." Otros sectores se encogían ante el hecho de que la carta situase el nacimiento de la nación puertorriqueña en esa ceremonia católica, en lugar de siglos antes como correspondía con la venida de la civilización Taíno a Puerto Rico.
Pero las expresiones de un líder religioso que debía saber que se le cerrarían de golpe las puertas por violar la línea entre la iglesia y el estado cuando abordó el status revela inevitablemente lo profundamente enraizada que está en la sociedad puertorriqueña la actual discusión sobre el status. Lo cual supone una bendición para los puertorriqueños que quieren una actuación sobre el status sin importar la ideología.
Además de ir a la caza de efectivo y votos en las primarias, los partidos políticos nacionales pueden tener más razones para abrazar la cuestión, tales como los incentivos en impuestos federales y la gradual desmilitarización estadounidense de la isla.
En el fragor de las noticias diarias, a veces se pierde lo histórico. El papel histórico de Puerto Rico como colonia militar, que ha estado desvaneciéndose durante décadas, está a punto de terminar súbitamente. Así como de modo fortuito o no las principales herramientas económicas que han mantenido a flote a la isla desde que naciera el programa industrial Operación Bootstrap hace más de 50 años, casi de forma simultanea con el ELA.
Es temporada de primarias. Pero existen claramente otras razones para que el actual auge del status continúe bien pasado noviembre.
John Marino, Editor de Ciudad de The San Juan Star, escribe la columna semanal Reporte de Puerto Rico para el Puerto Rico Herald. Su dirección de e-mail es: Marino@coqui.net |