 La Gobernadora Calderón dirigió esta semana su ultimo discurso sobre el estado del ELA.
Como gobernadora que está terminando su mandato que no se presenta a la reelección, existía un atisbo de esperanza de que quizás fuera a anunciar alguna audaz iniciativa nueva. Digamos, algo para contener el desenfrenado crecimiento del gobierno del ELA, remodelar el actual sistema impositivo o anunciar una verdadera reforma que pudiera aportar a los gobiernos municipales de la isla un poder político real.
Pero Calderón prefirió ir sobre seguro, tan seguro como cualquier gobernador que pretende la reelección. Y al hacerlo, su ultimo discurso presupuestario resumió las destrozadas expectativas que su administración ha llegado a ejemplificar -- no solo para los críticos, si no también para muchos seguidores.
Ella no solo fue la primera gobernadora de la isla que renunció a la oportunidad de un segundo mandato, si no que su discurso de casi tres horas dejó a muchos con la sensación de que tampoco estaba aprovechando al máximo su actual poder restringido.
Se centró no tanto en exponer los planes para su ultimo año en el cargo, si no en tratar de pintar una imagen favorable de los tres años que lleva en el cargo hasta ahora.
Calificó su programa de Comunidades Especiales de "un milagro", pregonó sus esfuerzos en favor de la creación de empleo y, una vez más, se quejó del "caos financiero" que dejó tras de sí la administración del anterior Gobernador Pedro Rosselló, así como de los tiempos difíciles en general, con el ataque terrorista de Nueva York, la resultante guerra en Irak y el general empeoramiento de la economía estadounidense y mundial. Y, de nuevo, destacó los esfuerzos por llevar a cabo una limpieza del gobierno.
La "gran noticia" que surgió de su discurso presupuestario fue que la gobernadora había destinado fondos para mejorar el sueldo de la mayoría de los empleados del ELA en $150 al mes. Los agentes de policía recibirán un incremento de $225 en su paga mensual, mientras que el ELA aumentará su aportación al plan de asistencia médica de los empleados a $100 al mes. Todo esto costará $290 millones al año, o más si el gobierno sigue creciente al ritmo actual.
Ninguna administración, del Partido Popular Democrático o del Partido Nuevo Progresista, ha sido capaz de detener el aumento de las ya abultadas filas del gobierno– lo cual debería ser un requisito para cualquier aumento de los salarios.
El aumento de los salarios anunciado por Calderón se aplica a 142.000 trabajadores pertenecientes al gobierno del ELA cuyos salarios se pagan con fondos manejados por la Oficina de Gestión y Presupuesto.
Otros empleados del ELA, principalmente aquellos que trabajan en servicios públicos u otras corporaciones propiedad del gobierno, también recibirán sus aumentos salariales, pero éstos serán pagados a través del presupuesto anual operativo de sus patronos.
Teniendo en cuenta todo lo dicho, hay unos 223,000 empleados del ELA, incrementados a partir de los 217.399 que figuraban en los libros cuando Calderón subió al poder en 2001. La cifra también incluye los empleados en los tribunales de la isla y en la Legislatura. No incluye a los empleados municipales estimados en 74,000 en toda la isla.
El otro gran anuncio se centró en un exhaustivo análisis de cómo poner en práctica una reforma impositiva, algo que ataque la economía sumergida y alivie la pesada carga de los contribuyentes de la clase media. Está previsto que incluya la derogación del impuesto sobre bienes de consumo y la añadidura de un impuesto sobre las ventas y, con optimismo, una generosa reducción del porcentaje del impuesto sobre la renta.
Cuando se le preguntó qué garantías tenía de que su plan fuera instituido por el siguiente ocupante de La Fortaleza, Calderón dijo que el próximo gobernador tendría la "obligación moral" de promulgarlo.
Desafortunadamente, la gobernadora está equivocada. Ese hubiera sido el caso si ella hubiera promulgado la reforma tributaria durante su mandato y hubiera dejado presupuestados fondos para el incremento de los impuestos. Pero solo pudo llevar a cabo lo ultimo y apenas ha tenido tiempo de estudiar la cuestión mucho más importante de un completo reajuste tributario.
Cuando llegue el próximo enero, quienquiera que ocupe La Fortaleza no se sentirá obligado a seguir las recomendaciones de un estudio encargado por su predecesor. Y el hecho de que Calderón decidiera resaltar el encargo de dicho estudio en los días previos al discurso es un indicio de la trivial agenda que la administración se ha fijado en su año final en el poder.
La mayor parte de los asistentes del Partido Popular Democrático aplaudieron cumplidamente el discurso de la gobernadora, pero no fue el poderoso discurso que el PPD podría haber utilizado como empujón en este año electoral.
El antiguo aliado y alcalde de Carolina, José Aponte, no asistió al discurso de Calderón. Él y la gobernadora se han enfrentado en una guerra pública de palabras recientemente. Después de que él se quejara de que ella era inaccesible, se negaba a reuniones solicitadas para discutir la nueva legislación de reforma municipal, ella le acusó de ser temperamental, olvidadizo y le avergonzó públicamente al decir que le había visto venirse abajo y llorar en su despacho.
Se disculpó públicamente ante Aponte durante su discurso, diciendo cuánto le respetaba y apreciaba, lo cual provocó fuertes aplausos. Pero dijo que solo respaldaría una de las diversas medidas de reforma municipal sobre las cuales Aponte ha estado presionando a La Fortaleza para que las respalde. El resto, dijo, serían estudiadas en profundidad durante el año.
En su última declaración del discurso sobre el ELA, la gobernadora admitió que había cometido errores durante su mandato, pero no llegó a admitir que había perdido el rumbo en términos de gobierno.
No obstante, ese fue el significado implícito de su ultimo mensaje presupuestario.
John Marino, Editor Gerente de The San Juan Star, escribe la columna semanal Reporte de Puerto Rico para el Puerto Rico Herald. Su dirección de e-mail es: Marino@coqui.net |
