REPORTE DE PUERTO RICO

Después del Martes

por John Marino

29 de octubre de 2004
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. Conforme la campaña gubernatorial de Puerto Rico se acerca a su final, hay algo que es cierto: Quienquiera que gane la carrera por La Fortaleza el próximo Martes, debería poner como primer punto de su agenda el fomentar una cierta unidad en la oratoria pública.

La campaña gubernatorial de este año ha sido una de las más sucias y menos brillantes de la historia del ELA, según diversos destacados observadores políticos. Y si este punto de vista resulta con el tiempo no ser el caso, esta campaña electoral lo es, al menos entre los contendientes, y ha dejado en muchos votantes un mal sabor de boca.

Un claro ejemplo es la entrevista concedida este mes a San Juan City Magazine por Álvaro Cifuentes, un veterano de las luchas políticas tanto de San Juan como de Washington, D.C.. El alto cargo del Partido Demócrata, y antiguo jefe de gabinete de La Fortaleza, dice que la política local tiene una mala reputación en toda la nación. "Si habla con casi cualquier político de esta nación, Puerto Rico destaca como el de menor nivel de madurez política y humana en su trato con el electorado. Desafortunadamente, ven la política de Puerto Rico como una mezcla de "Alicia en el País de las Maravillas" e Irak. Donde la gente se despierta para hacer daño y perjudicar a otros. Llegando hasta el insulto y los daños personales".

No se puede culpar a los contendientes -- Aníbal Acevedo Vilá del Partido Popular Democrático, Pedro Rosselló del Partido Nuevo Progresista y Rubén Berríos, del Partido Independentista Puertorriqueño — por la situación actual. Han estado siguiendo un camino muy trillado por sus predecesores y que continua conformando las actuales estrategias de campaña.

Una campaña no es el momento para discutir la unidad, cuando hacer pedazos a los oponentes se considera parte de la cuestión vital de ser elegido. De hecho, los candidatos que se echasen atrás en lugar de atacar, podrían ser vistos como que defraudaban a sus partidarios, dando a sus oponentes una ventaja innecesaria.

Pero después del Martes, los parabienes para uno de los candidatos serán pertinentes. Y tanto el ganador como los perdedores deberían utilizar eso como la base de un terreno común sobre otras cuestiones, lo cual Puerto Rico necesita desesperadamente.

La incapacidad de los principales partidos políticos para superar sus tribalismo político en otras cuestiones está impidiendo el progreso de la isla, dice la nueva raza de políticos que se presentan bajo nuevos partidos políticos. En total, se han inscrito siete nuevos partidos en la Comisión de Elecciones Estatales, y 11 candidatos independientes están buscando puestos por toda la isla, desde Rincón hasta Vieques.

Este movimiento viene como consecuencia de una serie de decisiones de los tribunales federales que han facilitado la inscripción de nuevos partidos. Invalidaron las leyes electorales locales que exigían la comprobación notarial de cada firma en las peticiones para inscribir nuevos partidos, por considerarlas "laboriosas" y "anticonstitucionales". La oleada de independencia política que reflejan las candidaturas no tradicionales también ha sido instigada por la política local disgregadora, plenamente expuesta en la actual carrera.

Los nuevos partidos, tales como Puertorriqueños para Puerto Rico, se centran en otras cuestiones que el status, tales como el medio ambiente, el desarrollo sostenible y la mejora de la educación pública, que según ellos dicen tienen un impacto más directo sobre la vida diaria de los puertorriqueños.

No suponen una amenaza inminente para los partidos tradicionales, encontrándose principalmente restringidos a candidaturas locales o donde no figura el nombre. Pera los partidos tradicionales deberían hacer caso de las peticiones de los recién llegados, no solo centrándose en algunas de las cuestiones que presentan, si no poniendo en marcha esfuerzos de colaboración para resolver los problemas del día.

Esta es una lista de cuestiones en las cuales la cooperación no solo se necesita urgentemente para lograr el éxito, si no que sería relativamente fácil de alcanzar, si un nuevo gobierno lo quiere:

El status político: Mientras que el PPD y el PIP apoyan una asamblea constituyente de las fuerzas políticas locales, el PNP quiere que los isleños decidan por referéndum si se debe pedir al gobierno federal que tome cartas para definir el status político de Puerto Rico.

Berríos cuestiona la voluntad de Acevedo Vilá para tomar cartas sobre el status, mientras que Acevedo Vilá y Rosselló han hecho pedazos los planes del otro. Pero los dos enfoques no tiene porque excluirse mutuamente. De hecho, si se promoviera una asamblea local de constituyentes sobre el status, pidiendo a Washington que tomara cartas en la cuestión, las dos medidas podrían reforzar y complementar una a la otra, haciendo aún más factible la meta global.

El medio ambiente: La numerosa población de Puerto Rico y su limitada área de terreno exigen que se lleve a cabo una sólida planificación a largo plazo, libre de favoritismos partidistas. Si el gobierno logra esto, y hace que se apliquen las leyes de protección medioambiental, los motivos de preocupación desaparecerán. Uno de los mayores contaminantes de la isla sigue siendo el gobierno del ELA, por lo cual crear una política pública de limpieza también podría ayudar.

La economía: Del mismo modo, también se requiere aquí una planificación a largo plazo, fruto del consenso político. Desafortunadamente, los incentivos económicos se han visto manchados por la corrupción en el calor de esta campaña política, lo cual no es precisamente algo que inspire confianza en el inversor.

La administración pública: También se requiere un acuerdo mutuo para racionalizar el gobierno, especialmente si tal como advierten las principales agencias de límite de crédito que los bonos del ELA podrían verse degradados si el gobierno sigue asumiendo una deuda a largo plazo para pagar partidas presupuestarias anuales.

Especial atención debería prestarse a las corporaciones públicas, especialmente las empresas de servicio público, a las cuales los políticos a lo largo de los años han concedido demasiados beneficios a los trabajadores sindicados, lo cual ha afectado la solidez de las prácticas administrativas.

Los partidos tradicionales, mediante la SEC, lucharon contra la relajación de los requisitos para la formación de nuevas entidades. Además, este mes, se logró tener en éxito en la demanda contra la SEC por ignorar a los nuevos grupos en su campaña publicitaria pública.

Pero los políticos tradicionales deberían escuchar a los recién llegados, no luchar contra ellos. Son producto del descontento con los actuales partidos. Lo que es más importante, ellos pueden no solo apuntar hacia soluciones, si no también ser asociados potenciales en alianzas para lograr el respaldo tripartita requerido para resolver algunos de los ya viejos problemas aquí citados.


John Marino, Editor Gerente de The San Juan Star, escribe la columna semanal Reporte de Puerto Rico para el Puerto Rico Herald. Su dirección de e-mail es: Marino@coqui.net

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