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OP-ED CARTAS AL EDITOR

AUTODETERMINACIÓN PARA PUERTO RICO

29/9/98 The Washington Post

Marca Registrada 1998, The Washington Post Co. Derechos reservados

 

En su editorial del 12 de septiembre, "Una cuestión de la Autodeterminación," el Post nuevamente abogó por el derecho de los puertorriqueños a elegir su destino político a través de un plebiscito mandado por el Congreso. Instando al líder mayoritario del Senado Trent Lott a llevar el asunto de Puerto Rico al hemiciclo del Senado para un voto, el Post citó las palabras del Senador Robert Torricelli, que dijo que el status futuro de Puerto Rico es "el trabajo inacabado de la democracia americana." Y queda claro que esto es la verdad.

Este año marca el 100º aniversario desde que Puerto Rico se convirtió en un premio de guerra a la conclusión de la guerra hispano-norteamericana. Durante las guerras en ese siglo, más de 250.000, o sea, un cuarto de un millón de puertorriqueños han servido en las fuerzas armadas norteamericanas, y miles han inmolado sus vidas por los Estados Unidos y la libertad. Sin embargo, los puertorriqueños no disponen de la libertad de votar en las elecciones presidenciales, ni tampoco tienen representación electoral en el Congreso.

Esto no es la justicia. Ya es hora que los puertorriqueños decidan si quieren que Puerto Rico se convierta en el 51º estado, se ponga independiente o siga su relación de estado libre asociado [commonwealth] con los Estados Unidos. El plebiscito de Puerto Rico debe tener lugar ya, y no en el futuro distante y desconocido.

Los argumentos contra el plebiscito son poco profundos, e infundados. Por ejemplo, uno de ellos dice que si Puerto Rico eligiera la estadidad, el Congreso tendría a dos nuevos senadores demócratas y un nuevo representante demócrata. Alaska y Hawai han demostrado que tales preocupaciones son falsas.

Algunos miembros del Congreso expresan reservas sobre el hecho de que el español es la lengua materna de la mayoría de los puertorriqueños y que Puerto Rico tiene sus raíces culturales en España. Bien podría tener la misma reserva respecto a Nueva Méjico, Arizona, Tejas y California. Los pobladores de esos estados hablaron español y abrazaron su herencia española mucho antes de que los Peregrinos llegaran a Plymouth Rock. Es un asunto sin mérito, particularmente porque se enseñan ambos, el inglés y el español, en las escuelas puertorriqueñas, y ambos son idiomas oficiales de la isla.

El dar a los puertorriqueños el derecho a la autodeterminación no necesariamente significa que votarán a favor de la estadidad. Las encuestas y la votación de 1993 favorecen la continuación de algún tipo de status de estado libre asociado. A pesar de la selección que hagan, la voz de los votantes puertorriqueños debe ser oída. La Cámara de Representantes ha aprobado un plan para un plebiscito. El Senado debería hacer lo mismo, y antes de suspender sus sesiones.

SARAH RIVERA-SCOTT Washington

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