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OPINIÓN
THE SAN JUAN STAR
Puerto Rico ahora tiene la oportunidad de aprovechar su futuro
by Luiso Rosselló Nevares
11 de octubre de 1998
©Marca Registrada 1998 San Juan Star
Llega el momento en la historia de un pueblo en el cual es llamado a
decidir su propio destino y el futuro de sus hijos. Para la mayoría
negra de Sudáfrica, ese momento llegó en 1994 cuando, después
de décadas de dominación bajo el Apartheid, Nelson Mandela
fue elegido presidente de una nueva Sudáfrica en las primeras elecciones
verdaderamente democráticas del país. Para el pueblo francés,
después de siglos de monarcas tiránicos, el momento de afirmar
su derecho a la autodeterminación llegó con la Revolución
Francesa, el 14 de julio de 1789. Y para 13 humildes colonias de la costa
este del continente americano, tal momento llegó el 4 de julio de
1776. En aquel día, se levantaron contra el yugo colonial y se convirtieron
en un faro de libertad, esperanza y democracia para muchos otros pueblos
a los que les llegaría más tarde su momento en la historia.
Después de 500 años de dominio colonial, ya es tiempo de
que los puertorriqueños decidan su futuro como un pueblo. Es el momento
en que debemos determinar si el status político de nuestra isla finalmente
se resuelve, o si languideceremos en el atolladero del colonialismo que
nos mantiene divididos y empobrecidos social, política y económicamente.
La hora ha llegado porque, mientras que el siglo 20 llega a su fin y un
nuevo milenio comienza, Puerto Rico sigue siendo la colonia más antigua
del mundo.
Una ola de libertad y democracia ha envuelto al mundo entero al tiempo
que regímenes dictatoriales se descomponen tanto en Europa como en
Sudamérica. Las fronteras y obstáculos al comercio desaparecen
paulatinamente y los países se unen para formar nuevas entidades
políticas y económicas. Los puertorriqueños, por el
contrario, continúan viviendo en un a realidad política en
la cual tenemos poca influencia en las elecciones de aquellos que controlan
nuestro destino. Es imperativo que la cuestión de nuestro status
político se resuelva de una vez por todas. Esto es así no
sólo por las razones mencionadas más arriba, sino también
para que podamos comenzar a tratar los problemas más importantes
que a diario enfrentan los puertorriqueños, de manera eficiente y
eficaz. A lo largo de la historia de Puerto Rico, el asunto del status político
ha polarizado a nuestro pueblo cómo ningún otro. Nuestros
partidos políticos se definen casi exclusivamente por este único
asunto. La división y falta de confianza que surgen de las décadas
de este debate constante a menudo han impedido que nos reuniéramos
para solucionar los problemas que afectan a las familias día a día.
Sin duda, recientemente se ha hecho mucho progreso en lo que respecta a
atender las necesidades de nuestro pueblo. Sobre todo, en los campos del
cuidado de la salud, educación, ley y orden, y la creación
de trabajos. Pero si estos pasos positivos han efectuado cambios profundos
para mejor, imagínese lo que podríamos lograr juntos cuando
finalmente no estemos divididos por este debate ideológico.
Además, debido a la condición colonial de nuestra isla,
no somos los dueños de nuestro propio destino, y estamos obligados
a mirar hacia otros lugares, hacia otras personas que nos dirigen, a quienes
no podemos controlar. Esta realidad, junto con otros males sociales, crea
una cultura de la negatividad, del no se puede, que sólo recientemente
ha comenzado a revertirse.
Por fin, el Cuerpo Legislativo aprobó este año la Ley Número
249, por la que se convoca a un plebiscito a celebrarse el 13 de diciembre
de 1998, para resolver el asunto del status . Por disposición de
la ley, la papeleta de este evento presentará cuatro opciones de
status diferentes a escoger: Independencia; República Asociada; Status
Territorial; y la Estadidad. Escribo hoy porque es imperativo que todos
nosotros nos involucremos en este proceso y verdaderamente aprovechemos
la oportunidad para discutir las opciones disponibles. Esto es particularmente
importante para los jóvenes puertorriqueños, ya que el resultado
de este proceso definirá al Puerto Rico en el que viviremos, criaremos
a nuestros hijos, y que dejaremos para nuestra posteridad. Por eso, llamo
a los jóvenes de mi generación en particular a tomar parte
en el proceso durante los próximos meses, deliberar en las diferentes
alternativas y hacer oír sus voces.
Durante las semanas que vienen, mientras se acerca la hora de emitir
la decisión, escucharemos varias posturas y argumentos a favor de
una opción u otra. Estoy convencido de que la unión permanente,
en plena asociación con los 50 estados, ofrece el mejor futuro posible
para nuestro pueblo. La estadidad representa la manera más eficaz
de asegurar una mayor prosperidad económica, dignidad y justicia
social para nuestra gente; de concederles el poder político para
decidir su propio destino; y de garantizar permanentemente nuestra ciudadanía
americana. Por ello, si queremos deshacernos de nuestra condición
colonial y prepararnos para el próximo milenio, es su responsabilidad
examinar todas las opciones y deliberar sobre cuál verdaderamente
ofrece el mejor futuro posible para nuestro pueblo.
Estamos en un punto crítico en la historia de esta isla, y es
responsabilidad de todos nosotros como puertorriqueños tomar parte
en el proceso y dejar de permitir que otros decidan nuestro futuro; liberarnos
de los antiguos modelos del pasado; y preparar a nuestro pueblo para el
siglo 21. Asimismo, debido a la importancia de esta decisión, nos
incumbe a todos nosotros tomar esta decisión en base a una deliberación
seria sobre las alternativas disponibles, y no sometidos a las pasiones
ciegas que surgen normalmente cuando se debate este asunto. Para nuestro
pueblo, el momento ha llegado.
Luiso Rosselló Nevares es graduado de la Facultad de Leyes
de Georgetown University y es hijo del Gobernador Rosselló.
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