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EL SAN JUAN STAR

El legado que nos deja el huracán Georges

por Guillermo Moscoso

3 de octubre de 1998
©Marca Registrada El San Juan Star

En medio de la necesidad que tenemos de responsable y serenamente concentrar y unir esfuerzos para reconstruir a Puerto Rico después del catastrófico azote del huracán Georges, me siento con la obligación de hacerle recordar a las mentes olvidadizas, que a pesar de las muertes, devastación, angustia y desesperación que nos dejan los huracanes, nos dejan también un legado para recordar y motivos para reflexionar, especialmente en lo que respecta a nuestras prioridades en la vida. Es así que amerita examinar, como sigue, algunos factores constructivos y el legado que nos dejó el huracán Georges, al igual que el legado que nos dejaron los huracanes Hugo y Hortensia:

  • Reafirmó la imperativa necesidad de tener fe en Dios y en la oración para que nos ayuden a recibir la fuerza espiritual y física que necesitamos para confrontar la adversidad.
  • Nos hizo ver que las cosas más esenciales para nosotros son la vida misma, salud, alimentos, agua, electricidad y un techo para nuestras casas. Todo lo demás es insignificante, superficial y carente de importancia cuando confrontamos una tragedia. Hasta los debates políticos que hemos tenido en relación a la legislación federal sobre el status político de Puerto Rico, actualmente ante la consideración del Congreso de los Estados Unidos, y en relación al referéndum local sobre status, programado para el 13 de diciembre, han quedado en suspenso, hasta cierto punto, excepto los ataques politiqueros y oportunistas de algunos líderes políticos, algunos analistas políticos y de algunos que conducen foros radiales con la participación de los oyentes. Todos han tratado de minar los encomiables esfuerzos del gobernador Rosselló en bien del pueblo de Puerto Rico y el legítimo ejercicio de su deber como gobernador de Puerto Rico.
  • Nos enseñó que ante Dios y los fenómenos de la naturaleza, todos somos iguales.
  • Probó que la adversidad hace resaltar en nosotros el espíritu de unidad, camaradería, compasión, solidaridad y bondad para con nuestros semejantes.
  • Demostró claramente la necesidad que tiene un gobierno, bajo cualquier administración, de establecer y mantener una adecuada infraestructura, una buena planificación urbana y un efectivo mantenimiento de servicios esenciales tales como son la luz y el agua. Se demostró igualmente la necesidad de que las agencias pertinentes del gobierno no solamente tengan los códigos de construcción al día, sino que se aseguren que los que están al día, sean respetados. También, quedó claramente probada la necesidad de que los cables de energía eléctrica y teléfonos sean soterrados debido a la vulnerabilidad de Puerto Rico a huracanes.
  • Nos hizo ver que tenemos hombres y mujeres en el servicio público y privado, además de voluntarios, quienes en medio de una emergencia y hasta arriesgando sus vidas, dejan sus hogares y a su familia para socorrer a los necesitados. Estos son siempre los héroes y heroínas anónimos antes, durante y después de las tragedias.
  • Nos recordó la necesidad que tenemos de reconocer y admitir que nuestra querida isla, pequeña, superpoblada, sin recursos naturales y todavía con un 60 por ciento de su población viviendo bajo los niveles de extrema pobreza, está muy lejos de ser autosuficiente, como sería nuestro deseo, para afrontar emergencias. Tal como lo hemos hecho en pasadas emergencias, ahora también hemos solicitado ayuda de Estados Unidos, nación que invariablemente ha respondido siempre generosamente a nuestro llamado. Es importante señalar que algunos países, que a pedido de sectores separatistas aquí han acudido a foros internacionales clamando por la independencia de Puerto Rico, no han hecho ni siquiera un gesto, que yo sepa, para ofrecernos ayuda en esta y otras emergencias. Sin embargo, Estados Unidos, caracterizado por sectores extremistas independentistas como "un odioso imperio que por espacio de cien años ha explotado a Puerto Rico y a su gente" respondió prontamente a nuestro pedido de ayuda. El presidente Clinton no perdió tiempo en declarar a Puerto Rico zona de desastre y canalizó, a través de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) millones de dólares de fondos federales a personas y municipalidades que han sufrido el azote devastador del huracán Georges. Además, viajaron prontamente a la isla para evaluar los daños causados por el huracán el Secretario de la Vivienda y Desarrollo Urbano de Estados Unidos, Andrés Cuomo, la Administradora de Pequeños Negocios, Aída Alvarez, 200 trabajadores especializados en reconstrucción, varios oficiales de agencias federales, una delegación del Congreso de Estados Unidos y, al escribir esta columna, se anunció también la llegada a Puerto Rico de la primera dama de Estados Unidos, Hillary Clinton. Todos han confirmado el compromiso de Estados Unidos de proveer ayuda inmediata a la isla en todas la áreas afectadas por el huracán.

Se debe tener presente que cualquier ayuda que recibamos de Estados Unidos viene de dinero que han pagado por concepto de impuestos al tesoro federal nuestros conciudadanos en el continente.

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