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THE SAN JUAN STAR
Partidarios de la estadidad saben que ésta es su oportunidad
por Robert Becker
19 de octubre de 1998
©Marca Registrada The San Juan Star
Desde una perspectiva estrictamente política, es fácil
comprender porqué el Partido Nuevo Progresista (PNP) está
tan ávido de insistir en el plebiscito del 13 de diciembre. Como
un luchador que ha debilitado a su oponente con una serie de golpes, el
partido pro estadidad siente que la victoria está al alcance de la
mano.
Los eventos de los últimos pocos meses están cambiando
el paisaje político en Puerto Rico. Mientras los sentimientos pro
estadidad, pro-ELA y pro independencia se mantienen en la misma proporción,
las novedades acontecidas alimentan la confianza del PNP. Tras décadas
de vacilaciones, el Congreso ha manifestado con claridad su posición
de que Puerto Rico es un territorio no incorporado de los Estados Unidos,
bajo los plenos poderes del Congreso. Este históricamente significativo
desarrollo ha originado un debate dentro del Partido Popular Democrático
que derivó en divisiones entre sus partidarios, que difieren sobre
cómo debe responderse a la embestida de acontecimientos en Washington.
Algunos "populares" encuentran que una república asociada
es una salida de la parálisis respecto al status, mientras que otros
creen que la única respuesta adecuada es boicotear el plebiscito.
Los cambios internos en el PPD sólo logran fortalecer la posición
del PNP en contra del voto por "Ninguna de las anteriores" (5ta.
columna) en el plebiscito. Los más duros partidarios de la estadidad
consideran que la votación del 13 de diciembre es una manera de acelerar
la historia rebasando el mágico márgen del 50 por ciento.
Están confiados porque el PPD está desbalanceado, y también
porque creen que el paso del huracán Georges aumentará sus
votos. El gobierno federal ya ha enviado a Puerto Rico US $1000 millones
en ayuda para reparar los daños del huracán, y hay más
en camino. Los estrategas del PNP estiman que obtendrán una ganancia
inesperada de la efusión de fondos de ayuda federal. No será
necesario que lo digan en su campaña, ya que el mensaje es muy claro:
la unión permanente bajo la estadidad garantiza una fuerte ayuda
de los Estados Unidos cada vez que se produzcan catástrofes naturales;
las opciones separatistas, incluida la de "ninguna de las anteriores",
pondrán en peligro esta valiosa relación.
Otra razón para que el PNP gane confianza es que durante 1998
el congreso ha registrado sin lugar a equívocos su posición
con relación a Puerto Rico. Al definirnos como un territorio no incorporado
bajo los plenos poderes del Congreso, Washington ha provisto a los defensores
de la estadidad de un arma ideológica para usar en contra de las
fuerzas pro-ELA. Ha validado el argumento de quienes apoyan tanto la estadidad
como la independencia, de que Puerto Rico tiene una relación colonial
con los Estados Unidos. Una vez emprendido ese camino, no hay forma de eludir
el efecto que ha tenido con los votantes locales. Ha puesto al PPD a la
defensiva, una postura que nadie quiere asumir, ya sea en la guerra o en
política.
Todas estas cosas, tomadas en su conjunto han impulsado la decisión
del Gobernador Rosselló de seguir adelante con el plebiscito, contra
la opinión de algunos miembros de su propio partido. Estos líderes
del PNP mostraban en privado su preocupación sobre la conveniencia
de celebrar el plebiscito tan poco tiempo después de que Puerto Rico
fuera devastada en una escala pocas veces vista en su historia. Ellos saben
que la recuperación de los daños económicos y las heridas
psicológicas infligidos por el huracán llevará tiempo,
será costosa y necesitará un espíritu de cooperación
y armonía para poder ser llevada adelante. Las campañas del
plebiscito no contribuyen a esto. Encienden las pasiones, aumentan las diferencias,
no hacen nada para unir al pueblo. Me pregunto qué sucederá
si una caravana pro estadidad pasa por una ciudad gobernada por el PPD que
todavía no tiene energía eléctrica, ni agua, ni servicio
teléfono, en la que sus muchos de sus habitantes viven bajo carpas
plásticas.
Puerto Rico está al borde. El plebiscito pondrá a prueba
la paciencia y la buena voluntad de todos en muchas maneras que todavía
no pueden imaginarse. ¿Habría hecho mucho daño postergar
la votación por unos meses, como lo propusieron diversos líderes
de la comunidad ? No lo creo. Pero aquí estamos.
La respuesta del PPD a la exitosa maniobra del PNP ha sido concebir su
campaña "ninguna de las anteriores" y dar a conocer el
16 de octubre su nueva definición del status de estado libre asociado.
Uniendo los dos conceptos, el PPD le dice a sus partidarios que votando
por "ninguna de la anteriores" está votando por un nuevo
estado libre asociado, una lista de deseos de poderes soberanos unida a
promesas de permanente unión con los Estados Unidos, en la que al
mismo tiempo se evita cualquier compromiso con una verdadera soberanía
posible bajo el sistema constitucional de los Estados Unidos. El nuevo estado
libre asociado no será aceptado por Washington y no será aceptado
por algunos partidarios del PPD que buscan un status de soberanía
más significativo. De alguna manera, se reitera la definición
de estado libre asociado del plebiscito de 1993 que ofrecía a los
votantes un estado libre asociado mejorado con similares adornos de soberanía.
Tengo mis dudas de cómo Washington tomará un plebiscito
que resulte teñido por un gran número de abstenciones o por
una gran cantidad de votos por la opción "ninguna de las anteriores".
Pero una señal importante fue dada por Jeffrey Farrow, un influyente
asesor de la Casa Blanca sobre Puerto Rico, que estuvo aquí el viernes.
Farrow rechazó la opción "ninguna de los anteriores",
sosteniendo que los votantes que apoyen esa opción votarán
por "ningún status". Eso sugiere que si el PNP obtiene
la mayoría el 13 de diciembre, tendrá un arma poderosa en
su arsenal cuando prosiga su campaña por la estadidad en 1999. Como
era de esperar, el PNP, a pesar del terrible daño del huracán,
sigue adelante con el plebiscito.
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