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THE WASHINGTON POST
Puerto Rico: una oportunidad perdida
EDITORIAL
24 de diciembre de 1998
©Marca Registrada 1998 The Washington Post Company
Lo que se esperaba que fuese un momento definitorio para el
territorio americano de Puerto Rico devino en confusión
acerca del plebiscito sobre status realizado el 13 de diciembre.
El gobernador de la isla tenía la esperanza que la votación
diera comienzo a un proceso que conduciría del actual "Estado
Libre Asociado" a la estadidad. Pero, por tercera vez, la
estadidad obtuvo menos de la mitad de los votos, el 46,5%. El
mayor porcentaje de votos, el 50,2% lo alcanzó "ninguna
de las anteriores", una categoría que capturó
distintos tipos de votos y que fue apoyada en buena medida por
los partidarios del ELA, quienes dieron rienda suelta a una fantasiosa
definición de ELA que contiene lo mejor de ambos mundos
(muchos privilegios, pocas obligaciones) y que el Congreso jamás
aprobará. Los votos por la independencia cayeron al 2,5%.
El plebiscito fue un fracaso. Midió apenas de un modo
irregular y no concluyente el sentimiento de la isla. Dejó
a los puertorriqueños quizás aún más
divididos que antes. Dejó al Congreso sin una guía
clara para sus propias deliberaciones sobre el futuro de un centenario
territorio colonial, cuyos casi 4 millones de residentes, a pesar
de disfrutar de autonomía local y beneficios federales,
son ciudadanos americanos de segunda clase y carecen de derecho
a votar al gobierno nacional que los rige.
Pero los puertorriqueños no son los únicos que
fueron incapaces de unirse para resolver la cuestión. También
el Congreso está en similar falta. El representante Don
Young (Rep.-Alaska) redactó, con apoyo bipartidario, una
legislación que comprometía a los Estados Unidos
a dar el decisivo paso de cumplir y hacer efectiva cualquier
elección legítima de status que hicieran los puertorriqueños.
El proyecto de Young fue aprobado por la Cámara de Representantes,
pero Trent Lott y Don Nickles lo bloquearon maliciosamente en
el Senado, dejando a Puerto Rico a la deriva.
Este es el error que hay que reparar. El Congreso debe seleccionar
y definir con justicia las opciones de status que está
dispuesto a aceptar. Estas deberían incluir una versión
de ELA que permita que Puerto Rico sea gobernado de una manera
absolutamente democrática, y cierto tipo de nacionalidad,
independencia o "libre asociación". Entonces
será responsabilidad de los puertorriqueños tomar
una decisión realista y bien fundada entre esas opciones.
La decisión y la transición resultantes pueden llevar
años. Ninguna otra acción de menor fuerza dará
satisfacción a la obligación de convertir a una
posesión imperial en un lugar digno para los ciudadanos
americanos de isla, que tienen los mismos derechos que los demás.
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