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U-WIRE

DAILY TEXAN (U. Texas - Austin)

Querer imponer el inglés como lengua oficial pone de manifiesto la xenofobia

por Brian Winter

27 de enero de 1999
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Austin, Texas - "Con la estadidad no nos convertiremos en rubios de ojos azules. Tampoco va a nevar en Puerto Rico. Seguiremos siendo como somos... hispanoparlantes que comen buñuelos."

Este texto, tomado de un comercial que la televisión puertorriqueña emitió en septiembre del 98, fue concebido para darle seguridad a los residentes del ELA de que la estadidad no acabaría con la cultura puertorriqueña. Paradójicamente, avisos similares podrían ser necesarios en los EE.UU. para convencer a una mayoría paranoica de que el creciente número de ciudadanos hispanohablantes no traerá como consecuencia el caos económico y cultural.

El movimiento que busca la aprobación legal del uso del inglés como idioma oficial de los EE.UU. resulta inútil y, lo que es peor, irritante. Los ciudadanos americanos no deberían olvidar que este país ha sido siempre una nación de inmigrantes que eventualmente aprendieron el inglés; imponer por ley un idioma oficial sólo pondría de manifiesto la xenofobia de una mayoría que va disminuyendo.

Muchos de los que pregonan su deseo de que se imponga por ley un idioma oficial lo hacen por miedo a que la alta concentración de inmigrantes hispanohablantes cree una base lingüística lo suficientemente fuerte como para impedir el uso general del inglés. Sin embargo, el pragmatismo más puro ha dictado siempre necesidad de un lenguaje común en el comercio, la educación y el gobierno. La mera eficiencia que brinda el uso de un lenguaje unificador ha sido siempre un factor motivador para que las personas aprendan inglés, mucho más que cualquier ley.

La remota posibilidad de que el estado 51 sea hispanohablante ha alimentado la exagerada imaginación de quienes están detrás del movimiento por uso exclusivo del inglés. Una encuesta encargada por U.S. English, Inc., un grupo de intereses, comprobó que el 74% de los estadounidenses son partidarios de que se le exija a Puerto Rico que establezca el idioma inglés como lengua oficial antes de que se convierta en estado. Muchos argumentan que la admisión de Puerto Rico destruiría la supuesta homogeneidad lingüística de los Estados Unidos.

¿Qué homogeneidad? Esta es una nación de inmigrantes que aprendieron inglés porque debían hacerlo. La evolución de un lenguaje común no es un concepto artificialmente elaborado ni proviene de ley alguna. América ya ha experimentado antes una fuerte influencia de los inmigrantes, y el inglés ha sobrevivido como el lenguaje principal. ¿Alguna vez se encontró con un italo-americano de tercera generación que no hable inglés?. La razón es muy sencilla: la eficiencia.

La existencia de un idioma común beneficia a América. Por esta razón práctica, el inglés debe seguir siendo la lengua empleada en las escuelas públicas. Las
Escuelas públicas solamente deberían dictar clases en español (o en cualquier otro idioma que resulte apropiado) como una manera de integrar a los estudiantes a la sociedad de habla inglesa. La necesidad natural de un lenguaje común estimul!ará a los puertorriqueños a aprender inglés para poder integrarse en la economía americana y en la estructura gubernamental.

Mientras tanto, los movimientos que procuran imponer por ley un idioma oficial sólo expresan discriminación cultural. La publicidad puertorriqueña mencionada más arriba fue aprovechada por English First, otro grupo de lobby, que lo calificó como "¡el comercial pro estadidad que ellos no quieren que usted vea!". Este aviso de televisión, supuestamente escandaloso, simplemente le asegura a los puertorriqueños que su herencia cultural y lingüística permanecerá intacta en caso de que elijan la estadidad, y no se convertirán en "plenos yanquis".

El imperio romano abarcaba incontables grupos lingüísticos, pero el latín emergía claramente en todas partes como el lenguaje empleado para las transacciones comerciales y el gobierno. Los Estados Unidos de América pueden llegar a tener en el futuro un gran porcentaje de su población que hable otro idioma que no sea el inglés. Pero el inglés seguirá siendo de facto el idioma común elegido por todos debido a su utilidad como elemento unificador. No es necesario dictar ninguna legislación para que así sea. Los alarmistas que politizan la cuestión simplemente ponen de manifiesto una lamentable tendencia en la historia americana: un inexplicable temor a los forasteros.

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