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Rosselló, Hernández Colón y Ferré
piden el Premio Nobel de Literatura para Enrique Laguerre
por Chris Hawley
3 de marzo de 1999
©Marca Registrada 1999 The Associated Press. Todos los derechos
reservados.
SAN JUAN, Puerto Rico (AP) Hace seis semanas "The Reliquary"
(El Relicario), una poco conocida revista literaria, inició
una campaña de cartas para presentar la candidatura de
un escritor puertorriqueño a los organizadores del Premio
Nobel en Suecia.
Al principio, los puertorriqueños aplaudieron tibiamente
la osadía de la publicación. Luego, la isla toda
se unió a la campaña.
Ahora, las emisoras de radio de Estado Libre Asociado de los
EE.UU. difunden la dirección de la Academia Sueca, instando
a los oyentes a apoyar la candidatura de Enrique Laguerre para
el premio más importante de la literatura mundial.
Las escuelas están enviando paquetes de cartas. Las
universidades y los políticos se van sumando al movimiento,
junto con la elite intelectual de la isla, incluido el autor Rosario
Ferré, que en 1955 fue finalista en el Premio Nacional
del Libro de los EE.UU.
A fines del mes pasado, la Cámara de Representantes
y el Senado de la isla emitieron una resolución firmada
por el gobernador Pedro Roselló, solicitando su nominación.
Las 31 novelas históricas de Laguerre exploran las luchas
culturales y económicas de la isla de habla hispana, que
este año cumplió un siglo desde que las tropas estadounidenses
pusieron fin al dominio español, dando origen a una crisis
de identidad todavía irresuelta.
El Instituto de Cultura Puertorriqueña envió
su nominación oficial a la academia el mes pasado, junto
con las copias de los principales trabajos de Laguerre. Sus amigos
donaron ediciones agotadas para la causa.
"Personalmente, me uno a los muchos otros puertorriqueños
que apoyan esta nominación", dijo Rosselló.
"Esta es una petición justa y refleja la profundidad
y la validez de su obra (de Laguerre)".
El orgullo nacional por el novelista, y la campaña que
ha generado, parecen reflejar un resurgimiento de la centenaria
batalla por labrar una identidad cultural independiente para Puerto
Rico. En diciembre, los puertorriqueños rechazaron la estadidad
estadounidense en un controvertido referéndum no vinculante
convocado por Rosselló.
La Academia Sueca, que otorga los premios, tiene una estricta
política por la cual no hace comentarios sobre las nominaciones
y jamás revela quienes son los candidatos al Premio Nobel.
Laguerre, cuya ondulada cabellera y vivaces ojos desmienten
sus 92 años, declaró que se siente halagado por
la súbita atención de la que es objeto.
"He dedicado toda mi vida a tratar de ennoblecer la historia
de mi país -eso fue siempre lo que me llevó, casi
con desesperación, a escribir", explicó. "Por
lo tanto esto me produce una satisfacción personal, porque
significa que la gente de mi país me ha comprendido".
Las novelas de Laguerre son muy respetadas en América
Latina y son lectura obligatoria en las escuelas puertorriqueñas,
pero muy pocas fueron traducidas del español.
Algunas han sido espectaculares best sellers, pero sólo
"El laberinto", el retrato de un dictador ficticio
de la República Dominicana, es ampliamente conocido fuera
de América Latina.
"La llamarada" y "La resaca", sobre la
explotación de los trabajadores del azúcar en los
años '30, son temas de estudio de cursos literarios en
la isla.
En "La llamarada", el protagonista de Laguerre describe
a los trabajadores que esperan cobrar el poco dinero que no les
es descontado de sus salarios por la tienda de la compañía:
"Junto a mí, un triste, descolorido paisano sacó
un centavo. Lo contempló durante un largo rato. Después
volvió a guardarlo en su bolsillo. El niño que vendía
caramelos se aproximó para ofrecérselos. El hombre
dudó. Metió su mano en el bolsillo, acarició
la miserable moneda y frunció el ceño, pensando
quizás en su peor infortunio, la desnudez de sus hijos.
Sacudió la cabeza de un hombro al otro, dirigiéndose
al niño: '¡Te estoy diciendo que no!' Y empezó
a silbar para ahuyentar el dolor y la pena". (Traducción
del inglés-no es el texto original español)
"Solar Montoya" toca el tema de los cultivadores
de café puertorriqueños, y "Ceiba en el tiesto"
se ocupa de la emigración de los isleños a los Estados
Unidos. "Cauce sin río" examina la transformación
de la isla de centro agrario a industrial.
"Son obras importantes, enriquecidas con las palabras
de Puerto Rico y la cultura de las diferentes regiones",
dijo Ricardo Alegría, director del Centro de Estudios Avanzados
de Puerto Rico y el Caribe.
Laguerrre nació en la zona rural de Moca, Puerto Rico,
durante el período en el cual los Estados Unidos trataban
de "americanizar" a su nueva colonia exigiendo que las
escuelas enseñaran todos las materias en inglés
a sus alumnos hispanohablantes.
"Como todos los escolares de esos tiempos, soy el producto
de una educación absurda", aseguró recientemente
Laguerre en un artículo autobiográfico. "Tiempo
después, tuve que reeducarme a mi mismo por medio de la
lectura".
Escribió, y quemó, tres novelas antes de que
un profesor universitario lo alentara a publicar "La llamarada"
a los 25 años.
Con su trabajo, "la novela puertorriqueña deja
de ser una mera proyección de la novela tradicional europea",
escribió la crítica Josefina Rivera de Alvarez en
su "Diccionario de Literatura Puertorriqueña".
"Laguerre enfoca ... los problemas de nuestros países,
nuestros pueblos y nuestras ciudades, pero amplificando su visión
con una técnica cada vez más abarcativa", explicó.
Los ex gobernadores Rafael Hernández Colón y
Luis A. Ferré (padre del novelista Rosario Ferré)
han enviado cartas a Estocolmo, apoyando la nominación
de Laguerre. También lo hicieron los rectores de las principales
universidades de Puerto Rico.
El presidente de la comisión de cultura de la cámara
de representantes de la isla pidió a los 78 municipios
que enviaran su adhesión.
La Federación de Maestros de Puerto Rico y los sindicatos
más importantes de la isla se sumaron a la petición.
Pero Alegría reconoce que es poco probable que tales
esfuerzos populares influencien a la academia.
"Siempre ha sido difícil para nuestro propio país
hacer conocer nuestra cultura ante ese tipo de cuerpo, porque
son los diplomáticos los que normalmente hacen de agentes
publicitarios", dijo. Como territorio de los Estados Unidos
"carecemos de cuerpo diplomático".
No importa, dijo Laguerre, "saber que mi pueblo me ha
escuchado, es el premio más grande que pueda tener".
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