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¿UN LUGAR EN LA MESA DE E.U.
PARA LOS LATINOS EN EL 2001?

por Juan R. Palomo

24 de marzo de 1999
©Marca Registrada 1999 USA Today. Todos los derechos reservados.

Es raro que pase un día en que no escuchemos el constante tamborileo del análisis de las noticias resaltando lo inevitable que es la nominación Republicana de George W. Bush el año próximo. De la forma en que algunos nos hicieran creer, el gobernador de Texas está casi seguro de que reclamará la Casa Blanca para la familia Bush en el 2001.

Con Mónica Inc. al fin fuera de las pantallas radares de los expertos, el vacío especulativo está llenándose rápidamente con Bushmanía. Probablemente esto continuará hasta que los votantes vayan a las urnas el año próximo, hasta que el tren de Bush se descarrile por eventos inesperados, o hasta la aparición inesperada y fuerte de algún candidato.

Como alguien que ha vivido en Texas la mayoría de su vida y que está familiarizado con la forma en que el gobierno de Texas funciona, me divierte el hecho, por supuesto, de que un hombre que desarrolla uno de los trabajos de gobierno más débiles en el estado y que no tiene experiencia política nacional pudiera ser considerado el aventajado. Y como liberal imperturbable que nunca ha sido aficionado de ningún miembro de la familia Bush, debería retirarme del fenómeno Bush.

Pero, increíblemente, cada vez me encuentro más intrigado con lo que está pasando en el GOP… tiene que ver con la posibilidad de que el partido pudiera nominar al primer Republicano para atraer a un gran número de votos de los latinos americanos no-Cubanos.

Esta persona pudiera ser, por supuesto, Bush, pero también pudiera ser el Sen. John McCain, R-Ariz., un político cuya relación con la comunidad Latina rivaliza con la de Bush pero no ha sido proclamado por largo tiempo.

El significado de esto es inmenso. Una nominación Bush o McCain (o una nominación Bush-McCain o McCain-Bush) significaría que por primera vez en la historia, el Partido Democrático estaría incapacitado de contar con el voto Latino.

Significaría que Al Gore, si es el nominado de los Demócratas, estaría incapacitado de triunfar con la política de aparente integración racial que ha pasado por cortejo genuino con la mayoría de los nominados Democrátas modernos.

Igualmente significativo, Bush y McCain pudieran obtener suficientes votos Latinos en las primarias Republicanas para diluir el hasta ahora descontrolado poder de los derechos religiosos. Esto pudiera poner al GOP en camino de ser de nuevo un partido de corriente principal, atractivo a más latinos. Una vez que el Partido Democrático pierda su monopolio de los votos Latinos, ninguna administración de cualquiera de los partidos podrá tratar los problemas Latinos de forma insensible.

Lo que dicen – y lo que no dicen

Lo que hace tan diferente a Bush y McCain de los candidatos presidenciales del GOP anteriores que han cortejado a los Latinos no es tanto lo que han hecho por las cuestiones Latinas, sino lo que han dicho y dejado de decir.

En lugar de criticar a los inmigrantes, ambos hablan de su importancia. Ninguno de los dos habla en contra de la asistencia social, aunque ambos toman la postura tradicional del GOP sobre la importancia del trabajo y de la confianza en sí mismo. Ellos no descartan la acción afirmativa y la educación bilingue, aunque al menos Bush dice que el problema bilingue necesita más estudio. Ambos se oponen a las propuestas de solamente-Inglés, y a ambos les encanta dirigirse al público en Español. Finalmente, ninguno habla mal de Méjico.

Los Latinos en Texas y Arizona han votado con comodidad por estos hombres porque entienden que al hacerlo, no son traidores a sus compañeros Latinos y sus causas.

La motivación no es el punto.

No es que Bush y McCain no hayan tenido la oportunidad de alienar a los Latinos. Ambos vienen de estados cuyos partidos son dominados por la extrema ala derecha del GOP. El padre del gobernador de Texas nunca pudo armarse de valor y coraje para enfrentarse a esta gente. Pero George W. Bush ha resistido casi todos los intentos hechos de forzarlo a ser tan estridente como ellos en cuestiones como el aborto, la homosexualidad y la separación iglesia-estado.

No podemos, por supuesto, explorar las almas de Bush o McCain, así que no sabemos si sus palabras y acciones relacionadas con las cuestiones Latinas salen del corazón o son motivadas por puro pragmatismo – por el hecho de que las últimas dos elecciones presidenciales nos han mostrado que no hay candidato que ignora el voto Latino, y se permite la conversión en un peón de un ala de su partido, que tenga el chance de llegar a la Casa Blanca.

Pero sus motivos realmente no importan. Si alguno de estos hombres es elegido con un fuerte apoyo Latino, una vez que esté en oficio sería absurdo que ignorara a los Latinos de la manera en que hemos sido ignorados por tanto tiempo. Si Gore – o Bill Bradley o algún otro Demócrata – fuera electo, él, también, sería incapaz de ignorarnos.

De cualquier manera, el año 2001 pudiera terminar siendo el primer año en que los Latinos tienen un lugar genuino en la mesa Americana.

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