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EDITORIAL

EL SUN-SENTINEL

La frustración de Rosselló es justificada

13 de julio de 1999
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El gobernador de Puerto Rico, Pedro Rosselló, está ventilando sus frustraciones en Washington, en frente del mundo entero.

Rosselló, que propugna la estadidad de Puerto Rico, presiona para que las Naciones Unidas declaren a Puerto Rico como colonia estadounidense. Aunque parezca extraño, en esta cuestión Rosselló es acompañado por Cuba, que durante mucho tiempo reclama al Comité de Descolonización de la ONU la reincorporación de Puerto Rico en la lista de territorios sin gobierno. La ONU retiró a Puerto Rico de la lista en 1953, cuando la isla se convirtió en Estado Libre Asociado (ELA) de los EE.UU. .

Que se declare colonia a Puerto Rico, con el apoyo de Cuba, avergonzaría a los Estados Unidos ante la comunidad internacional. Pero Rosselló cree que también forzaría a Washington a tomar medidas en la cuestión de la estadidad, y puede que tenga razón.

El año pasado, la Cámara de Representantes estadounidense aprobó un proyecto de ley sobre el status político de Puerto Rico que finalmente murió en el Senado. Quiere decir que el Congreso nunca le ha pedido a los puertorriqueños que escojan entre la estadidad, la independencia o el status quo.

La Casa Blanca tampoco ha ayudado mucho. El problema de Puerto Rico nunca ocupó un lugar destacado en la lista de prioridades de la administración.

En cierta medida, Puerto Rico también es responsable de la situación. Los 3,8 millones de residentes no han podido decidirse sobre la cuestión del status.

Los partidarios de la estadidad y del ELA están parejos, mientras que una muy pequeña minoría apoya la independencia.

La indiferencia de Washington hacia este problema ha contribuido a la indecisión de Puerto Rico. Es difícil que los votantes puertorriqueños puedan elegir cuando el Congreso no se ha pronunciado claramente sobre las ventajas y desventajas de cada una de las opciones, y no se ha comprometido a respetar la decisión de la mayoría.

Anteriores intentos parlamentarios para poner en marcha el proceso de determinación del status de Puerto Rico fracasaron por las complejas cuestiones que enmarcan el debate. Estas van desde la admisión del primer estado hispanohablante en la Unión, hasta el tema de cómo resolver la ciudadanía americana si los puertorriqueños se independizan.

Los residentes de Puerto Rico votaron en un referéndum no vinculante el año pasado, y una ajustada mayoría escogió la opción "ninguna de las anteriores", que probablemente expresaba sus frustraciones con el proceso. La elección se produjo pocos meses después de que fracasara en el Congreso la legislación que autorizaba una votación vinculante.

La cuestión de Puerto Rico ha estado dando vueltas durante 101 años, desde que los Estados Unidos tomaron Puerto Rico de España en 1898.

Un siglo debería ser tiempo suficiente para otorgarle a los puertorriqueños la oportunidad de elegir su propio destino político.

No resulta difícil comprender la razón por la cual el gobernador Rosselló se siente frustrado.

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