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THE ORLANDO SENTINEL
Por qué y cuándo hablamos español
entre nosotros en público
por Myriam Márquez
28 de junio de 1999
Marca Registrada © 1999 THE ORLANDO SENTINEL. Todos los derechos
reservados.
Es una cuestión de respeto.
Cuando voy de compras con mi madre o aguardo en una cola con
mi padrastro para ordenar comida rápida, o en cualquier
otro lugar en el que estemos juntos hablamos entre nosotros en
español.
Esto puede parecerle poco cortés a quienes no saben
español y nos oyen hablar en lugares públicos tales
como centros comerciales, restaurantes, o en la oficina donde
se tramita la licencia de conducir.
Quienes nos rodean pueden tener la impresión de que
estamos hablando sobre ellos. Se pueden preguntar por qué
insistimos en hablar una lengua extranjera, especialmente si supieran
que mi familia ha vivido en los Estados Unidos durante 40 años,
y que mis padres saben inglés y lo hablan, aunque con algunas
dificultades y un fuerte acento.
Déjenme explicarles porqué no hemos adoptado
el inglés como la lengua oficial de nuestra familia.
Para mí y la mayoría de la gente bilingüe
que conozco, es una cuestión de respeto por nuestros padres
y de comodidad con nuestras raíces culturales.
No nos proponemos ser descorteses con los demás. Tampoco
queremos segregar a nadie o "Balcanizar" América.
Tampoco quiere decir que no somos americanos, lo que constituye
un "americano" para las personas de habla inglesa de
Norteamérica.
Ser un americano, para aquellos que nos atrevemos a hablar
español entre nosotros en público, tiene muy poco
que ver con qué lenguaje usamos durante nuestro tiempo
libre en un país libre. Desde sus comienzos, este país
fue muy cuidadoso en no promover un lenguaje oficial impuesto
por el gobierno.
Nos damos cuenta de que el inglés es la lengua común
de este país, y la que se escucha con más frecuencia
en los ámbitos de negocios internacionales desde Perú
hasta Noruega. Sabemos que aquí, para progresar, uno debe
aprender inglés.
Pero eso no quiere decir que debamos dejar de hablar en nuestra
lengua materna cuando estamos en lugares públicos, como
si estuviéramos avergonzados de quienes somos o de donde
venimos. Como si el hecho de hablar español, o cualquier
otra lengua, actuara como un test para medir nuestro patriotismo
americano.
A lo largo de la historia de esta nación, la mayoría
de los inmigrantes -ya sea de Polonia, Finlandia, Italia o cualquier
otro lugar- mantuvo su idioma en la primera generación
y, a menudo, en la segunda. Sospecho que, en público,
hablan entre ellos en su lengua materna. Inclusive el estado de
Pennsylvania proveyó papeletas electorales escritas en
alemán durante la mayor parte del siglo pasado, para aquellos
que no tenían fluidez en inglés.
En este siglo, los inmigrantes latinoamericanos u otros, como
los puertorriqueños, que obtienen la ciudadanía
estadounidense automáticamente por nacimiento, han luchado
defendiendo a este país en las guerras en que intervinieron
los Estados Unidos. Han participado plenamente en la vida democrática
de la nación votando, ocupando cargos públicos y
pagando impuestos. Y han visto cómo sus hijos y nietos
crecían tan "americanos" que se resistían
a hablar en español.
¿Saben qué resulta descortés?
Cuando hay dos o más personas que son bilingües
y otra que sólo habla inglés, y las personas bilingües
súbitamente comienzan a hablar en español, lo que
efectivamente margina al que habla nada más que inglés.
Eso no lo tolero.
Una cosa es cierta. Si alguna vez estoy en un lugar público
con mis padres y me encuentro con un conocido que no habla español,
comenzaré a hablar en inglés para presentárselo
a mis padres. Ellos responderán en inglés, y lo
harán con respeto.
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