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OPINION

THE MIAMI HERALD

Batalla civil y social por la isla de Vieques

por Roberto Fabricio

31 de agosto de 1999
Marca Registrada © 1999 THE MIAMI HERALD. Todos los derechos reservados.

Base Naval Roosevelt Roads, Puerto Rico - Enclavado en la cima de una montaña que mira hacia el Caribe, el cuartel central de la Flota Atlántica Sur de los EE.UU. domina una magnífica vista de la isla de Vieques, emplazada a solo siete millas hacia el sudeste.

Pero a pesar de su cercanía, el principal campo de entrenamiento y práctica de artillería comienza a alejarse del control que durante 58 años ejerció la Marina de Guerra. No se efectuado un disparo ni ha aterrizado un solo Marine en Vieques desde el 19 de abril, cuando un empleado local de la Armada murió accidentalmente durante un ejercicio de bombardeo.

"No esperaba que este problema se tornara tan complejo", declaró el comandante de la base, capitán James Starke, al diario de San Juan "El Nuevo Día". "Hay una constelación de circunstancias alineadas para crear esta confusión".

La "confusión" no es otra cosa que un histórico consenso, por primera vez logrado aquí, de que Vieques pertenece a Puerto Rico y no a los Estados Unidos, y de que Puerto Rico quiere que le sea devuelto. Encuestas recientes revelan que el 74 % de los puertorriqueños quiere que la Marina se retire de Vieques.

El consenso es importante porque traza una línea sobre qué es puertorriqueño y qué es americano, una sutil pero importante distinción para este Estado Libre Asociado de los EE.UU. .

Ese sentimiento es alimentado por un resurgimiento sin precedentes del nacionalismo en el discurso y en la opinión de los tres principales partidos políticos de que la Marina debe ser expulsada de las 52 millas cuadradas de montañas color esmeralda y doradas playas de Vieques. La Marina de Guerra posee el 75 % de la isla desde 1941.

"El tema de la nacionalidad puertorriqueña y la identidad es ahora un tópico legítimo de discusión social y política", dijo Larry Kagan, un encuestador de Nueva York.

"La muerte del guardia hizo estallar una burbuja. Hay un creciente consenso sobre la necesidad de definir la identidad de Puerto Rico."

Varias docenas de manifestantes ocupan las playas de la Marina desde abril. Incluso el arzobispo de San Juan, Roberto González, ha construido una precaria capilla en una de las playas y plantado un mástil de concreto de 30 pies coronado con la imagen de la Virgen del Carmen. Cuando celebra misa allí, los ricos vienen en sus yates desde San Juan y los pobres en sus botes pesqueros.

"La Marina no ha hecho nada para ganarse el corazón del pueblo puertorriqueño", explicó el general retirado Félix Santoni. "Como resultado, hay una gran desconexión entre éste y la Marina".

Entre la evidencia más sorprendente dada a conocer en un informe emitido por el gobernador de Puerto Rico se encuentra la destrucción sistemática de áreas marinas con exclusivas características ambientales (protegidas por la Agencia de Protección del Medio Ambiente), el uso de proyectiles cargados con plutonio (prohibidos por la Comisión de Regulación Nuclear) y el empleo de napalm (en contra de las reglamentaciones de la Marina y la EPA).

El informe sostiene que los 9200 residentes de Vieques tienen una tasa de incidencia de casos de cáncer que es un 27 % más alta que la del resto de los puertorriqueños.

Existe una creciente desilusión por lo que muchos puertorriqueños interpretan como un rechazo de Washington. Luego de 10 años de ver las audiencias del Congreso sobre Puerto Rico vía C-Span, muchos residentes locales han perdido la esperanza de que se convierta en el estado 51. El año pasado el Senado rechazó por tercera vez la solicitud de Puerto Rico de integrar la Unión en el caso de que sus residentes así lo votaran.

Otro golpe bajo para la Marina es la posible candidatura al Senado de la primera dama, Hilary Rodham Clinton. El presidente Clinton, que debe decidir en septiembre si la Marina permanece o no en Vieques, podría llegar a ceder la isla a cambio de tranquilidad doméstica. Para ganar, la señora de Clinton necesita los votos de los tres millones de ciudadanos puertorriqueños de Nueva York.

Por consiguiente, la esperanza de la Marina de regresar a Vieques se va debilitando cada vez que el arzobispo celebra una misa en la playa y con cada viaje presidencial en procura de una casa en el Condado de Westchester.

Pero nadie debería apresurarse a contar los días que faltan para la independencia de Puerto Rico. Al mismo tiempo que se apagan las esperanzas de la Marina, crecen las del Ejército. Southcom el comando conjunto del Pentágono para el Hemisferio Occidental, ha mudado aquí sus unidades más importantes; y la base Roosevelt Roads sigue siendo la mayor base de los Estados Unidos fuera de los 50 estados.

Tanto el Pentágono como las autoridades puertorriqueñas convinieron en señalar que el problema es con la Marina y no con el Ejército. El Pentágono tiene aquí 22.085 empleados y gasta $ 687 millones anuales.

La relación entre los Estados Unidos y Puerto Rico, que comenzó hace 101 años durante la Guerra Hispano-Americana, es sostenida por subsidios federales de alrededor de $ 10.000 millones, en su mayoría destinados a la asistencia social, Medicare y Medicaid. De los cuatro millones de puertorriqueños, 1 millón 300 mil recibe estampillas de alimentos. Y al mismo tiempo que procura hoy una identidad, el 95% de los puertorriqueños vota, históricamente, en contra de la independencia, incluso en el plebiscito del pasado mes de diciembre. Quienes viven en Puerto Rico no pagan impuestos federales.

"Los EE.UU. necesitan esta roca en el Caribe y nosotros necesitamos sus estampillas de alimentos", explica el analista político Juan Manuel García Passalacqua, quien es consciente de que los acuerdos sobre los subsidios federales expiran en el año 2002 y deben ser renegociados.

"Esto será resuelto en un modo muy civilizado y muy puertorriqueño: nivel de fuerzas por nivel de fondos."

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