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COMENTARIO EDITORIAL

THE WASHINGTON TIMES

Puertorriqueños, Vieques, Derechos Civiles y Patriotismo

ALCIDES ORTIZ, Director Ejecutivo y Consejero General

Administración de Asuntos Federales de Puerto Rico - Washington.

1 de noviembre de 1999
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El editorial del Washington Times "Puerto Rico's NIMBY problem" ( del 25 de octubre) acusa al gobernador de Puerto Rico, Pedro Rosselló, de demostrar una "extrema dureza y falta de patriotismo" por su oposición a que la Marina de Guerra continúe usando la isla de Vieques para sus ejercicios de bombardeo.

A lo largo de la historia de nuestra nación, grupos de americanos han ejercido su derecho constitucional a peticionar al gobierno para reparar agravios. Estos americanos no fueron acusados de ser antipatrióticos. Por el contrario, muchos fueron honrados por su contribución a los derechos civiles de nuestra nación. Pero hoy, el pueblo de pueblo de Puerto Rico, que está ejerciendo sus derechos constitucionales básicos, es tildado de antipatriótico por hacerlo.

Existen legítimos motivos de preocupación en ambos lados de la cuestión de Vieques. Personas diferentes pueden mirar los hechos de esta problema y llegar a un honorable desacuerdo sobre como debe ser resuelto. Pero es insultante para los más de 200.000 puertorriqueños que han servido en las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos decir que los puertorriqueños que están en desacuerdo con la Armada son antipatrióticos.

Más de 1200 puertorriqueños han muerto usando un uniforme y protegiendo la bandera de nuestro país en el campo de batalla durante este siglo, un número proporcionalmente mayor al de la mayoría de los estados de la Unión. Esto es aún más digno de destacar cuando se considera que la nación por la cual esos soldados lucharon y murieron no les concedió el más básico derecho político de nuestra democracia, el derecho a elegir a su comandante en jefe, el presidente.

Durante más de 50 años, los ciudadanos estadounidenses de Vieques tuvieron que vivir bajo condiciones de guerra. Los ejercicios de bombardeo con munición real que tuvieron lugar en esta pequeña isla caribeña no se pueden comparar con los que se realizan en otros campos de entrenamiento existentes en los Estados Unidos, tanto por su magnitud y escala como por la cantidad de daño real causado a la vecina comunidad civil.

Es hora de que nuestra Armada encuentre un lugar alternativo para estos ejercicios, así como es tiempo de que todos los americanos reconozcan la tremenda contribución de sus conciudadanos de Puerto Rico a la defensa y seguridad de nuestra nación.