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MIAMI HERALD
La nación necesita a Vieques
por Jay L. Johnson y James L. Jones
El almirante Jay L. Johnson es jefe de operaciones navales
y el general L. Jones es comandante del Marine Corps.
15 de noviembre de 1999
Marca Registrada © 1999 MIAMI HERALD. Todos los derechos
reservados.
El 19 de abril, un jet Hornet F/A-18C del Marine Corps se vio
involucrado en un trágico accidente en el campo de entrenamiento
de armas de la Flota Atlántica en la isla de Vieques, Puerto
Rico.
A causa de las nubes, el piloto confundió un edificio
de observación situado dentro del campo de tiro con su
objetivo terrestre. Arrojó dos bombas de 500 libras en
el que pensaba era el blanco correcto y la explosión produjo
la muerte de David Sanes-Rodríguez, un guardia de seguridad
civil de las instalaciones. Sentimos mucho pesar por el fallecimiento
del señor Sanes Rodríguez.
Este trágico accidente motivó el pedido de clausura
del campo de tiro de Vieques. Mientras continúa el diálogo
sobre Vieques, es importante comprender la vital contribución
que la isla de Vieques realiza a nuestra seguridad nacional. Vieques
es el único lugar en la Costa Este en el cual las aeronaves,
los navíos navales de superficie y las fuerzas terrestres
pueden realizar, en condiciones realistas, ejercicios de entrenamiento
combinados con armamento provisto de munición real.
Vieques es único por su hidrografía, su geografía
y el espacio aéreo circundante. Se encuentra emplazada
fuera de los corredores comerciales aéreos y de las rutas
marítimas más usados, brindando espacio aéreo
y marítimo para el entrenamiento con fuego vivo. Es un
sitio excepcional para ensayar operaciones anfibias con empleo
de munición real.
Un campo de entrenamiento de nivel internacional de este tipo
tiene un precio significativo. Los americanos invirtieron más
de $ 3 mil millones en terrenos, instalaciones y equipo para dar
apoyo al entrenamiento en el Area de Operaciones Puertorriqueña,
de la cual el campo de tiro de Vieques y la cercana Base Naval
de Roosevelt Roads son las piezas centrales.
El valor fundamental de las instalaciones de Vieques queda
de manifiesto a diario, con la actuación de nuestras fuerzas
navales. Los Grupos de Combate de Portaaviones y el Grupo
Anfibio que entrenaron en Vieques el año último
terminaron realizando operaciones de combate aéreas en
Irak y Kosovo, pocos días después de ser desplegados
a ultramar. Realizaron muchos de sus ataques desde una elevada
altitud, y su habilidad para hacerlo exitosamente estuvo directamente
relacionada con su entrenamiento en Vieques.
El futuro de la isla de Vieques como un campo de entrenamiento
debe trascender la emotividad por la tragedia del 19 de abril.
El accidente no debería hacer que se deje de lado el hecho
de que el campo de Vieques presenta un envidiable récord
de seguridad a lo largo de más de medio siglo de uso. Esta
fue la primera pérdida humana causada por un bombardeo,
y jamás ha caído una sola bomba o proyectil fuera
de los confines del campo de tiro. El impacto de proyectiles se
realiza unas 10 millas al este del centro poblado, en un lugar
separado por una serie de sierras. En la Costa Este, sólo
Vieques provee un sitio para realizar la práctica combinada
de maniobras de tierra, mar y aire y el uso de fuego vivo que
es fundamental para nuestra capacidad para luchar y vencer en
las batallas y guerras de nuestra nación.
Dentro de los límites de la actual tecnología,
muchas técnicas y habilidades del entrenamiento de armamentos
y aeronaves deben aún ser aprendidas y perfeccionadas con
el uso de munición real en condiciones realistas. Tales
experiencias forjan las habilidades y la confianza que nuestras
fuerzas necesitan antes de ser desplegadas a sus operaciones.
El éxito de nuestros militares depende del acceso regular
a las instalaciones nacionales de entrenamiento de la isla de
Vieques y otros sitios que proveen dichas experiencias.
Disminuir, restringir o eliminar el acceso a esas instalaciones
como resultado del único accidente ocurrido en una generación
resultará en una reducida capacidad de combate de nuestros
servicios armados que podría causar la pérdida de
vidas americanas en futuros conflictos.
Antes de formular cualquier juicio que ponga a los hombres
y mujeres de nuestras fuerzas armadas en un alto riesgo, debemos
evaluar cuidadosamente los beneficios de tales decisiones teniendo
en cuenta las consecuencias a largo plazo.
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