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TIMES UNION

El conflicto de Vieques plantea un dilema a algunos marinos

Muchos se encuentran divididos entre su lealtad a la Armada y sus lazos familiares con Puerto Rico

por Stewart M. Powell

19 de diciembre de 1999
Marca Registrada © 1999 TIMES UNION, Albany, NY. Todos los derechos reservados.

A BORDO DEL USS DWIGHT D. EISENHOWER - Ismael Virole III, nativo de New York que tiene lazos familiares con Puerto Rico, distribuye habilidosamente los misiles, bombas y balas entre los aviones de guerra antes de que estos se catapulten al cielo desde la pista de este aeropuerto flotante.

La Marina de Guerra solía disparar este tipo de proyectiles en el blanco ubicado en una playa de la isla de Vieques, antes de que el clamor popular forzara al servicio a poner fin a 58 años de entrenamiento integrado de combate con fuego vivo realizado aquí.

Como consecuencia, el grupo de batalla del USS Dwight D. Eisenhower, compuesto por 16 buques, soltará amarras hacia el Golfo Pérsico en febrero sin haber realizado ensayos con fuego vivo en Vieques.

Eso está bien para Virole, 22, un veterano con cuatro años de servicio en el Eisenhower que lleva la camisa roja que le corresponde a los especialistas en municiones que trabajan en la pista aérea.

"Estamos haciendo un buen trabajo de entrenamiento sin Vieques", sostiene Virole. "Si Puerto Rico dice que quiere a la Armada fuera de Vieques, los Estados Unidos tendrían que respetar eso".

Otro marino, David Alvarado, nativo de Arecibo, Puerto Rico, explica que algunos familiares en su tierra natal lo acosan con preguntas sobre si la Marina de Guerra quiere reanudar los bombardeos en el campo de tiro de Vieques, que se encuentra cerrado desde que un guardia de seguridad contratado por la Armada murió por accidente durante un bombardeo, el pasado mes de abril.

Alvarado, un oficial de bajo rango con 15 años de servicio en la Marina, también manifestó simpatizar con las demanda de los puertorriqueños de que la Armada se retire de Vieques.

"La gente tiene miedo sobre la clase de bombas que la Marina de Guerra arrojará allí", explica Alvarado, que luce la camisa blanca de los encargados del pañol y traslado de cargas en la pista área.

Pero Alvarado también comprende la insistencia de la Marina en que debe realizarse entrenamiento integrado de combate con fuego vivo antes del despliegue de fuerzas hacia los potenciales puntos de conflicto en el Golfo Pérsico.

"Necesitamos entrenar para estar listos", dijo Alvarado. "No se puede subir al ring sin estar preparado".

Paul Soto, 22, un marinero de Arecibo, Puerto Rico, que lleva 19 meses en la Marina de Guerra, declara que también apoya la "campaña para que la Armada se retire de Vieques y devuelva las tierras a las autoridades locales" emprendida por los puertorriqueños.

El agrio enfrentamiento entre la Marina de Guerra y Puerto Rico por el uso del campo de tiro de Vieques es una pesada carga para algunos marinos a bordo de este portaaviones que proclaman al mismo tiempo sus lealtades a la Armada y a sus familiares y amigos en Puerto Rico que quieren que la Marina abandone los 22 mil acres de tierra y encuentre un campo de tiro alternativo en otro lugar.

La Marina de Guerra posee dos tercios de la isla de 52 millas cuadradas y 9300 personas habitan en el tercio restante. Todos los puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses por nacimiento y son elegibles para el servicio militar.

El fatal accidente dio origen a una cruzada poco común, en la que se unieron buena parte de los 3,8 millones de residentes de Puerto Rico, así como de los 2,8 millones de puertorriqueños que viven en la ciudad de New York, en New Jersey, en Illinois y otros enclaves a lo largo de los Estados Unidos.

Los líderes políticos de Puerto Rico y aliados de la talla de la primera dama, Hillary Rodham Clinton; el alcalde de New York , Rudolph Giuliani, y el vicepresidente Al Gore se unieron para pedir el cese de los ejercicios de combate de la Marina de Guerra y el gradual retiro de esta de Vieques.

Entre los 2700 marineros a bordo del USS Eisenhower hay varios cientos de americanos de origen hispano, algunos de los cuales tienen raíces en Puerto Rico.

El capitán H. Denby Starling II, comandante del navío de 1092 pies que liderará el grupo de batalla que zarpará hacia el Mediterráneo y el Golfo Pérsico el 18 de febrero, ha intentado mantener a los marinos al corriente de lo que ocurre en Vieques mediante informes diarios.

El objetivo, explica Starling, ha sido "educar mejor a los guerreros del 'Ike' (sobrenombre de Dwight D. Eisenhower) sobre la cuestión Vieques".

Los marineros a bordo del Eisenhower expresaron que recién después de haber zarpado a comienzos de diciembre se enteraron de que su grupo de batalla no realzaría entrenamiento de combate en Vieques. En cambio, la flotilla fue enviada a entrenar en un improvisado distintos puntos situados en la Costa Este. El resultado: pilotos, marines y tripulaciones de cañoneo naval entrenaron por separado, sin poder realizar el ensayo bélico combinado de tres días con el que durante décadas finalizaron su preparación los grupos de batalla de la Armada.

Para la mayoría de los marinos, la locación de su entrenamiento no hace mayor diferencia. "A los tipos que arman las bombas les da igual que estemos en Vieques o en North Carolina", dijo el comodoro Duane Néstor, 38, de Belle Fourche, S.D, "jefe de cañón" que lleva camisa roja y está a cargo de 23 depósitos de cartuchos situados 11 niveles por debajo del "techo" en el cual los aviones aterrizan y despegan.

Los marineros puertorriqueños manifiestan que siguieron muy de cerca la controversia sobre Vieques, asunto que les provoca un nudo en el pecho.

Alvarado, que prestó servicios durante cuatro meses en el cuerpo de ingenieros de la Marina en Vieques, señala que los marineros a bordo de los navíos de guerra estadounidenses no tienen idea de lo que significa estar en la isla mientras los buques disparan sus cañones de 5 pulgadas, los aviones de la Armada y Marines arrojan sus bombas y los Marines atacan la costa.

"No estamos allí para sentir plenamente el impacto de todo eso", explica Alvarado.

A lo largo de la disputa, los líderes políticos puertorriqueños enfatizaron que su cruzada para expulsar a la Marina de Vieques no expresa un sentimiento en contra de la Armada.

La tasa de enrolamiento militar de Puerto Rico está al muy por encima de la media de los 49 estados y es superada únicamente por la de Hawaii. Más de 200 mil puertorriqueños prestaron servicio en las fuerzas armadas desde que los Estados Unidos anexaron la isla en 1898, durante la Guerra Hispano-Americana. Cuatro generales puertorriqueños han recibido la Medalla de Honor, la más alta distinción otorgada por el valor demostrado en el campo de batalla.

Los líderes políticos puertorriqueños apoyan la continuidad de las operaciones de la Estación Naval de Roosevelt Roads, una instalación de 8600 acres emplazada en la isla principal de Puerto Rico que emplea a 5000 personas, 2500 de las cuales son civiles, e inyecta $ 300 millones anuales en la economía de Puerto Rico.

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