Click here to see this document
in English.
EDITORIAL
THE ORLANDO SENTINEL
El cierre gradual de Vieques es justo
2 de febrero de 2000
Copyright © 2000 THE ORLANDO SENTINEL. Todos los derechos
reservados.
La decisión del presidente Clinton sobre la base de
la Marina de Guerra en la isla puertorriqueña hace concesiones
a ambas partes. Es hora de dejar atrás las tensiones.
Los críticos que repudiaron la equitativa decisión
del presidente Bill Clinton se excedieron.
Esta semana, Clinton ordenó el cierre para el 2003 de
la controvertida base de la Armada de los EE.UU. en la isla puertorriqueña;
restringió sus actividades durante el ínterin; prohibió
el uso de munición viva; y comprometió la suma de
$ 40 millones en ayuda para el desarrollo económico de
la isla.
En otras palabras, los críticos de la base -donde un
guardia civil murió el año pasado durante un accidente
ocurrido en una trágica práctica de bombardeo -
consiguieron más de lo que originalmente se habían
propuesto.
Aparentemente, sin embargo, no resulta suficiente.
Pareciera que lo único que podría satisfacer
a los críticos más enconados es la inmediata retirada
de los militares estadounidenses de Vieques.
Pero ese resultado se opondría a los intereses estadounidenses
en materia de seguridad nacional. En síntesis, Vieques
ofrece un ambiente con cualidades únicas para realizar
entrenamiento vital. Durante todo el año hay buen tiempo
y es posible realizar prácticas simultáneas de las
fuerzas de aire, tierra y mar.
Por supuesto que la Marina podría recrear las condiciones
de Vieques en algún otro lugar. Pero eso implicaría
un esfuerzo complicado y de largo plazo, de allí la sabiduría
de disponer el cierre gradual de la base.
Mientras tanto, según las directivas de Clinton, la
base continuará sirviendo a las necesidades vitales de
entrenamiento de los EE.UU., sin las pruebas con munición
real que han causado una comprensible preocupación entre
los residentes de Vieques.
Al adherirse a la decisión de Clinton, Rosselló
se distanció de las posiciones más extremas. Como
si se hubieran puesto de acuerdo, los críticos acusaron
a Rosselló de haberse vendido.
Nada más lejos de la verdad que eso. El gobernador usó
una estrategia común de negociación: apuntar más
alto de lo que esperaba llegar. Claramente alcanzó ese
objetivo, aunque la decisión final resulte insuficiente
para lo que querían ciertos críticos.
Y el gobernador Rosselló reconoció que era hora
de negociar, como los negociadores eventualmente deben hacerlo.
La decisión sobre Vieques equivale a una victoria para
Rosselló, para los residentes de Vieques, para todos los
puertorriqueños. Se hicieron escuchar sobre esta materia,
participando vigorosamente en el sistema democrático que
gobierna este país.
Ahora es el momento de reconocer que el plan de Clinton concede
algo a ambas partes y dejar atrás las peores tensiones.
Eso no significa que el tema desaparezca. Los críticos
no están dispuestos a parar.
Además, los puertorriqueños tendrán otra
oportunidad para hacer conocer sus opiniones sobre Vieques. La
medida de Clinton dispone la realización de un referéndum
para darle a la Marina una oportunidad de persuadir a los puertorriqueños
de que permitan mantener activa la base indefinidamente. Las probabilidades
de una votación en favor de la Armada son escasas, dada
la fuerte oposición a la permanencia de la Marina de Guerra
en la isla.
De todos modos, serán los puertorriqueños quienes
lo decidan.
Vieques se convirtió en el símbolo de un conjunto
de complejas cuestiones vinculadas a las relaciones entre Estados
Unidos y Puerto Rico. Entre ellas se encuentra la influencia política
y militar de los EE.UU. sobre Puerto Rico, la seguridad nacional
americana, la seguridad civil y la autodeterminación de
Puerto Rico.
La decisión del presidente Clinton no ha resuelto esas
cuestiones, pero contribuye a que el gobierno federal y Puerto
Rico apunten a ampliar sus conversaciones.
Eso es esencial.
A pesar de sus diferencias, los americanos -ya sea los que
viven en Puerto Rico o en Orlando o en cualquier otro sitio- tienen
mucho en común. Son vecinos.
Juntos, guiados por la voluntad de negociar y los valores compartidos,
tienen una mejor chance de resolver sus problemas.
|