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COMENTARIO EDITORIAL

Allentown Morning Call

Resolver la situación con un nuevo plebiscito en Puerto Rico

by CHARLES D. SNELLING

19 de agosto de 2000
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Puerto Rico es una posesión de los Estados Unidos. A su status lo llamamos "Estado Libre Asociado (ELA)". Puerto Rico no es un estado de los Estados Unidos ni una nación independiente. Sus ciudadanos tienen algunos derechos de los que gozamos nosotros, los nativos de Pennsylvania, pero no todos. También deben cumplir con ciertos deberes que nosotros tenemos, pero no todos.

Aunque uno no comparta la correcta visión política actual de que el colonialismo no debe existir, el status colonial es cosa del pasado y esta condenado por el orden del mundo moderno, incluyendo a las Naciones Unidas.

A decir verdad, el status colonial o ELA de Puerto Rico es un poco vergonzoso y a menudo conduce a situaciones bochornosas. Algunos puertorriqueños, por ejemplo, condenan nuestro uso de Vieques, una pequeña isla situada aguas afuera de la costa de Puerto Rico, como polígono de tiro de la Marina de Guerra de los EE.UU. Efectivamente, y a juzgar por la información publicada, parecería que un número sustancial de puertorriqueños se opone a este campo de tiro.

Fort Drum es una inmensa instalación militar en el norte de New York, bien conocida por muchos habitantes de Lehigh Valley. En las tardes de verano, uno puede escuchar los fuertes disparos de artillería, y por la noche se pueden ver los destellos y oir nuevamente los sordos ruidos de las batallas simuladas que se libran en la oscuridad. Esos sonidos son reconfortantes, porque son los sonidos producidos por jóvenes hombres y mujeres que se entrenan para defender nuestro país, para defender a personas inocentes dondequiera que nuestros intereses nacionales o el honor y los principios lo requieran. El pueblo de Nueva York sabe que es su deber como ciudadanos soportar tales actividades.

No hace mucho, The Morning Call informó sobre las acciones legales por las que ciudadanos puertorriqueños solicitan que no les sean aplicadas las leyes estadounidenses. Una de esas demandas argumentaba que es una violación de los derechos humanos que los puertorriqueños sean sometidos a las leyes federales que establecen la pena de muerte.

Estas son ahora cuestiones embarazosas porque, esencialmente, se relacionan con el status colonial de Puerto Rico. De hecho, de tanto en tanto hemos sido condenados en las Naciones Unidas a causa del status de Puerto Rico.

Hay dos soluciones para este problema, y recomiendo que invitemos -y exijamos- que la presente situación sea resuelta en un nuevo plebiscito en el cual los ciudadanos puertorriqueños tengan sólo dos opciones. Una opción es convertirse en nación independiente. La otra opción sería que Puerto Rico se convierta en el estado 51. (El último plebiscito fue realizado en 1998, pero los resultados fueron un tanto ambiguos. La mayoría de la población vio las opciones -independencia, estadidad, ELA y "libre asociación" con los EE.UU.- y votó por "ninguna de las anteriores". La próxima vez, hagámoslo más simple y concluyente.

Estaría muy satisfecho con cualquier decisión que los puertorriqueños escojan por sí mismos. Si deciden convertirse en estado, que así sea. Entonces estará perfectamente claro que las leyes federales de pena de muerte rigen en Puerto Rico como en cualquier otro estado de la Unión. También estará perfectamente claro que el campo de tiro de la Marina es un deber y una responsabilidad que no puede ser eludida, exactamente como Fort Drum es un deber y una responsabilidad de los neoyorkinos.

Ofrecerle esta posibilidad de elección a Puerto Rico resolvería también otros problemas. Eliminaría la nube de sospecha de neocolonialismo que engendra el status de ELA. También resolvería muchas cuestiones económicas. Bajo el ELA, los puertorriqueños gozan de ventajas impositivas que no están disponibles para los ciudadanos de los 50 estados. Y los ciudadanos puertorriqueños están exceptuados de una cantidad de responsabilidades que pesan sobre los hombros del resto de nosotros.

Otra situación incomoda es que bajo el ELA los ciudadanos puertorriqueños no gozan de la totalidad de los derechos y privilegios de los demás ciudadanos estadounidenses. Por ejemplo, no tienen el privilegio de votar a un senador o congresista. Eso esta muy mal.

El ELA no es ni una cosa ni la otra. Creo que es hora para la estadidad o la independencia; hora para la plena ciudadanía con plenas responsabilidades y privilegios, o la plena independencia.

La administración Clinton ha contemporizado en todas estas cuestiones. Bajo la independencia, la nación puertorriqueña tendría el derecho democrático a elegir que penas imponer a los crímenes cometidos en Puerto Rico y a defender su nación como ellos lo dispongan, con o sin polígonos de tiro.

(Charles D. Snelling es un empresario y activista del Partido Republicano establecido en Allentown. Su dirección de e-mail es: cdsnelling@nni.com)

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