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Puerto Rico Perfil: Dra. Antonia Pantoja

17 de noviembre de 2000
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La educación fue la clave para Antonia Pantoja poder escapar de su niñez de pobreza en los arrabales de San Juan y por eso es el don que hace entrega a todos los niños cuyas vidas ha tocado durante más de medio siglo como maestra y activista en Puerto Rico y Nueva York. De joven a menudo vivió en circunstancias desesperantes, pero superando todo obstáculo, la Dra. Pantoja se propuso permanecer en la escuela y recibir la mejor educación posible. La obra de su vida ha sido proveer a otros niños desafortunados con los medios y la inspiración para seguir el mismo camino hacia el conocimiento y poder personal que ella ha alcanzado.

La niñez y juventud de Antonia Pantoja en las décadas de los años 20 y 30 se caracterizaron por el hambre, enfermedad y necesidad. Recientemente comentaba sobre las veces en que tomaba agua con azúcar y un pedazo de pan antes de irse a la cama porque "cuando el estómago se despierta, uno ya está dormido y no siente el hambre". En su primer año de escuela superior se contagió con tuberculosis y la enviaron al campo a recuperarse. Allí, por primera vez en su vida, comenzó a comer tres veces al día.

Sin embargo, la probreza no fue el factor determinante en los primeros años de la vida de la Dra. Pantoja. "No sólo era hija de una familia pobre", explica. "Era hija de una familia donde las ideas políticas fueron parte de nuestra realidad diaria desde muy temprano". Las actividades de su abuelo, que trabajaba en una fábrica de cigarros, cuando organizó un sindicato y protestó con sus compañeros para ganar un aumento de sueldo, no pasaron despercibidas para la joven Antonia. Con gran avidez leía los panfletos marxistas que su abuelo traía a la casa y comenzó a "darse ideas de los derechos del pueblo: su derecho de organizarse y su derecho a luchar por los problemas que le afectan".

A nivel personal luchó por obtener una educación adecuada y con esa determinación terminó la escuela superior para inscribirse en un programa de magisterio en la Universidad de Puerto Rico. Dos años más tarde, en 1942, recibió su certificación y comenzó a enseñar a párbulos en áreas remotas de las montañas en Puerto Rico.

Abandonó la isla en 1944 y se mudó a Nueva York, uniéndose a la corriente de puertorriqueños que inmigraron a Estados Unidos en los siguientes 20 años. Encontró trabajo como soldadora, pero el racismo y la discriminación que encontró en Nueva York la convencieron de que los desafíos que enfrentaba la comunidad puertorriqueña en la ciudad requerían de decidido liderazgo y mejor organización.

Pantoja pudo regresar a sus estudios después de varios años de duro trabajo físico en las fábricas de Nueva York. En 1952 obtuvo su grado universitario del Hunter College de la Universidad de la ciudad de Nueva York. Luego obtuvo una beca para estudiar en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Columbia, de donde se graduó con una Maestría en 1954.

Mientras cursaba estudios de pos-grado en Columbia, Pantoja fundó la Asociación de Jóvenes Adultos Hispanos, que pasó a convertirse en la Asociación de Puerto Rico de Asuntos Comunitarios o PRACA, por sus siglas en inglés. En 1958 se unió a otros profesionales jóvenes en Nueva York para fundar el Foro Puertorriqueño, Inc. Esa organización fue el génesis de la obra de la Dra. Pantoja que ha recibido mayor reconocimiento.

En 1961 Pantoja, ante la preocupación por los altos niveles de deserción escolar entre estudiantes puertorriqueños, fundo la organización conocida como ASPIRA, cuya misión es "dar poder a la comunidad puertorriqueña y latina mediante promoción de desarrollo educativo y de liderazgo entre su juventud".

ASPIRA se clasifica como el "sueño de la Dra. Pantoja" ya que sin duda abarca los principios de poder a través de educación y organización comunitaria por los ha luchado durante toda su larga carrera. Lo que comenzó como una simple oficina que atendía a puertorriqueños en Nueva York, se ha convertido hoy en una organización nacional con una red de programas y servicios para miembros de la comunidad latina en todo el país.

En 1972, ASPIRA se unió con el Fondo Puertorriqueño de Educación y Defensa Legal de la ciudad de Nueva York para luchar contra la falta de programas educativos adecuados para estudiantes con limitado conocimiento del idioma inglés o "Limited English Proficiency — LEP". En 1974, el caso en los tribunales concluyó con el llamado "decreto de consentimiento de ASPIRA" garantizando educación bilingue, o inglés como segundo idioma, en todas las escuelas de la ciudad de Nueva York, dependiendo del número de estudiantes con limitaciones del idioma en cada clase. Ese sistema se mantiene aún en vigor.

Después de fundar a ASPIRA, Antonia Pantoja continuó buscando formas para fortalecer la comunidad puetorriqueña en Estados Unidos. Logró obtener fondos en 1970 para la Universidad Boricua en Washington, D.C., la primera y única institución de estudios unversitarios bilingues en el país controlada por puertorriqueños. En 1973 obtuvo su doctorado y se convirtió en la Rectora de la Universidad Boricua.

Por razones de salud, la Dra. Pantoja se trasladó a la costa oeste del país en 1978 y asumió una posición de profesora asistente en la Universidad del Estado de San Diego (San Diego State University). No pudiendo resistir su impulso de crear otra organización educativa comunitaria, fundó la Escuela de Estudios Graduados de Desarrollo Comunitario en San Diego y se convirtió en su Presidente.

En 1985 la Dra. Pantoja decidió regresar a sus raíces. Se fue a Puerto Rico para establecer y encargarse de la operación de Producir, Inc. que ofrece servicios a las áreas pobres y rurales en la isla. Después de 40 años, estaba de vuelta donde había iniciado su carrera docente.

El trabajo de la Dra. Pantoja no ha pasado desapercibido. Virginia Sánchez-Korrol, profesora de Estudios Puertorriqueños y Latinoamericanos en Brooklyn College y co-editora de la próxima a publicarse Latinas en los Estados Unidos: una enciclopedia histórica, se ha referido a ella como "una de las figuras más prominentes en la comunidad activista desde los años 50 al presente". En 1996, la Dra. Pantoja recibió la Medalla de la Libertad Presidencial, el honor más alto que el gobierno norteamericano confiere a civiles. Es una de sólo 4 puertorriqueños que han recibido esa condecoración. Los otros han sido los Gobernadores Luis Muñoz Marín y Luis Ferré, así como Sor Isolina Ferré.

"No es posible vivir en agua tibia", dice la Dra. Pantoja. "Hay que llevar la vida con pasión". Después de casi 60 años como maestra y activista, continúa demostrando su pasión y vigor. En 1999 interrumpió el trabajo en sus memorias para regresar a la ciudad de Nueva York para ayudar en una nueva iniciativa. Alarmada ante los informes de amenazas al sistema de educación bilingue en la ciudad — sistema que ella fue instrumental en crear — está ahora trabajando para crear consciencia sobre el valor de alentar y ayudar a los estudiantes a que logren pleno conocimiento de varios idiomas.

A comienzos de este mes hizo su aparición en un panel de discusión titulado "Latinas haciendo historia" en un hotel en Manhattan. Una mujer de baja estatura y poderosa voz, con actitud decidida, su rostro se mantiene inexpresivo -- excepto por sus periódicas erupciones de sonrisa.

"Abogo porque nuestros hijos deben aprender inglés para ganarse la vida y porque es importante que tengan conocimiento del idioma de donde viven’, explica. Sin embargo, insiste que la total "inmersión" de los estudiantes de habla hispana en un ambiente de sólo inglés es "algo sumamente estúpido".

"Si ya somos bilingues", pregunta, "?por qué deben nuestros hijos perder su idioma para hablar solamente el inglés?"

Sin resquemor por su decidida opinión al respecto, añade: "A veces la gente piensa que no es apropiado expresar de manera directa y clara lo que uno piensa, pero es imprescindible hacerlo. Hay que hablar directa y abiertamente explicando lo que uno quiere decir. Hay que llamar las cosas por su nombre".

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